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Lidiando con la ansiedad

Por: Mendoza Daniel
Lidiando con la ansiedad
Fecha: Domingo, 10 de septiembre del 2017 ID: 201700000193

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Filip 4:7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Los cristianos han descansado con frecuencia en un sentido de paz como evidencia de la guía del Espíritu Santo. Es común escuchar a la gente decir: “no tengo paz con respecto a eso” y creo que es legítimo. Me preocuparía la persona que procede cuando su espíritu está alterado. Dios no nos guía con ansiedad, nosotros debemos depositar toda nuestra ansiedad en Cristo porque Él cuida de nosotros (1 Ped 5:7)

Sin embargo, mucho dinero se gasta en la cura temporal de la ansiedad. La gente consume alcohol, toma drogas ilegales, van hacia el refrigerador, tienen sexo, repiten mantras sin pensar y escapan a cabañas, barcos, casas rodantes, todo para reducir su ansiedad. Una dama dijo: “cuando me siento ansiosa me voy de shopping” medicamentos recetados son regularmente dispensados para los males traídos por la ansiedad.

El que atiende el bar, los vendedores de drogas, el practicante de lo oculto y otros vendedores ambulantes del escapismo, todos tienen algo en común: “a ellos no les importa el consumidor” Están ahí para obtener una ganancia. Peor aún, cuando la cura temporal desaparece, debemos regresar al mismo mundo con un problema más como las resacas, crudas y otras consecuencias negativas de los falsos curanderos.

Internamente, necesitamos desesperadamente la paz de Dios, “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filip 4:6-7) El conocimiento de un espíritu atribulado debería llevarnos a encontrar la paz de Dios al volvernos a Él y al asumir nuestra responsabilidad de usar nuestras mentes.

Por Neil Anderson

ORACIÓN

Señor, gracias por romper tantas de mis viejas angustias y por liberarme. Te pido que me sigas liberando de aquellas que todavía están en mí, en Cristo Jesús, amén.

Este artículo está bajo una licencia de Creative Commons.

Eclesiastés 3:1 (RVR 1960)

Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.

Palabras Claves: Neil Anderson Devocionales

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