COREA DEL SUR.- Un grupo de cristianos se reúne en una playa en Corea del Sur. Ellos oran y luego empiezan a lanzar botellas plásticas en el mar. Su esperanza es que sean llevadas por la corriente hasta el otro lado del canal, en territorio norcoreano.
Durante unas horas preparan y lanzan 500 botellas, llenas de arroz que servirá para saciar a algunos ciudadanos hambrientos que están atrapados en el régimen comunista de Kim Jong-Un.
Los voluntarios que se dedican a esta tarea son mayoritariamente desertores norcoreanos, que conocen bien la situación del otro lado de la línea que divide a los dos países.
Cada botella contiene un kilo de arroz y un pendrive o USB con programas de televisión surcoreanos, noticias sobre el mundo y un mensaje cristiano. Algunas de ellas también llevan una copia de la Biblia atada en el exterior, envuelta en mucho plástico para evitar que se moje.
Las condiciones de vida en Corea del Norte son muy difíciles desde el final de la guerra de Corea en la década de 1950 cuando el abuelo de Kim Jong-un inició un régimen dictatorial. Hoy, los ciudadanos viven en el régimen más cerrado del mundo. Sin la prensa libre o el acceso a Internet, la inmensa mayoría de los norcoreanos sólo tiene conocimiento de lo que es presentado por la televisión estatal.
El hambre es endémica. El sistema de distribución pública está en manos del Estado, la mayor parte de la producción agrícola, se colapsó y el Gobierno perdió totalmente su capacidad para alimentar a la población.
En medio de su lucha por sobrevivir en la pobreza, encontrar las botellas que contienen arroz ayuda a mitigar el hambre de cientos de personas. Se estima que el norcoreano medio necesita trabajar 40 días para poder adquirir un kilo del alimento fuera del sistema de distribución.
Los misioneros explican que son más de 30.000 “cristianos desertores” que viven en Corea del Sur y la mayoría quieren hacer algo para ayudar a los parientes y amigos que se quedaron atrás.
Pero ellos saben que sus botellas de arroz, lanzadas a la playa con cierta frecuencia, son una “gota en el océano” del hambre. Según un reciente informe, cerca del 70% de la población de Corea del Norte depende de la asistencia alimentaria para sobrevivir, incluidos 1,3 millones de niños menores de cinco años.
De acuerdo con el Programa Mundial de Alimentos de la ONU, 18 de los 25 millones de habitantes de Corea del Norte dependen del programa estatal. Cerca del 41% de la población está severamente desnutrida.
Además de orar para que el arroz no sea llevado por la corriente, el deseo de estos cristianos es que los mensajes en los pendrives puedan ayudar a salvar el alma de aquellos que de otra manera no podrían escuchar el evangelio.
La religión está prohibida por el régimen norcoreano y los cristianos son severamente castigados si han hecho cultos, colocando al país por 13 años en la cima del ranking de persecución religiosa mundial.
[ Fuente: Express ]