Juan 8:44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.
El poder de Satanás está en la mentira. Él no tiene poder sobre de ti excepto el que tú le das cuando crees sus mentiras. Rompes su poder cuando expones la mentira. La Escritura dice: “Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno” (1 Jn 5:19)
Cuánto engaño está realmente sucediendo en los cristianos hoy en día, solo puedo especular. En mi ministerio, lo he encontrado en casi cada cita de consejería. Muchos cristianos con los que hablo luchan con pensamientos opresivos, pero tienen temor de decirle a alguien por miedo a que los demás piensen que tienen un problema mental. Rara vez se dan cuenta que estas distracciones reflejan la batalla que se lleva a cabo en sus mentes, aun cuando Pablo nos advirtió: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1Ti 4:1)
Como el arma principal de Satanás es la mentira, tu defensa en su contra es la verdad. Tratar con Satanás no es un encuentro de poder, es un encuentro con la verdad. Cuando expones la mentira de Satanás con la verdad de Dios, su poder es roto. Por eso Jesús dijo: “conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Jn 8:32), por eso oró: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. …Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Jn 17:15, 17) Es por eso que la primera pieza de armadura que menciona Pablo para estar firmes en contra de las asechanzas del diablo es el cinto de la verdad (Efe 6:14) La mentira de Satanás no puede soportar la verdad más que la oscuridad de la noche puede soportar la luz del sol naciente.
Por Neil Anderson
ORACIÓN
Señor, busco tu valentía hoy para derrotar las mentiras del enemigo en mi vida y en las vidas de los que me rodean, en el nombre de Jesús, amén.