En esta oportunidad aprenderemos más de los Valdenses quienes se hicieron más conocidos en 1170 (Siglo XII), con Pedro Valdo, un comerciante de Lyon, que leía, explicaba, predicaba y circulaba la Escritura, a la cual apelaba en contra de las costumbres y las doctrinas de los católicos romanos.
Valdo estableció una orden de evangelistas, “los hombres pobres de Lyon”, que anduvieron por el centro y sur de Francia, predicando el Evangelio de Jesucristo. Pero fueron cruelmente perseguidos y expulsados de Francia encontraron albergue en los valles del norte de Italia, y a pesar de los siglos de persecución han permanecido, y constituyen hasta hoy una parte del grupo comparativamente pequeño de evangélicos en Italia.
INICIOS DEL MOVIMIENTO VALDENSE: BIOGRAFÍA DE PEDRO VALDO
Los Valdenses fueron cristianos que vivieron en las montañas de Europa (en Italia, Francia y otros países) antes de la Reforma Protestante que empezó el 31 de octubre de 1517 (Siglo XVI), cuando Martín Lutero clavó las 95 tesis contra la venta de las indulgencias católicas en la puertas de la Iglesia de Wittenberg, Alemania.
Se cree que los Valdenses, como un pueblo cristiano, existieron desde el siglo V hasta la Reforma Protestante en las valles y montañas del noroeste de Italia, confrontando los errores de la Iglesia Católica Romana. Ellos sufrieron grandes persecuciones durante todos estos siglos a manos de las autoridades y sacerdotes católicos.
Pedro Valdo era un comerciante adinerado de Lyon que estaba casado y tenía dos hijas. Siendo hombre devoto y católico practicante, tras la muerte repentina de un conocido pidió a un amigo teólogo que le diera consejo de las Escrituras en cuanto a lo que debía hacer para agradar a Dios. En respuesta, su amigo citó el evangelio de Mateo 19:21, donde Jesús dijo al joven rico: "Si quieres ser perfecto, ve, vende tus bienes y da a los pobres y tendrás tesoro en el cielo y, ven, sé mi seguidor."
Valdo tomó a pecho este consejo. Así, después de proveer para el sustento de su esposa y colocar a sus dos hijas en un convento, comisionó a dos sacerdotes, Etienne d"Anse y Bernard Ydros, para que tradujeran los Evangelios y otros libros de la Biblia al idioma vernáculo —el occitano— que se hablaba en las regiones de la Provenza y el Delfinado (actualmente, el sudeste de Francia). Entonces distribuyó el resto de sus posesiones entre los pobres y se puso a estudiar las Sagradas Escrituras. Además, predicó en las calles de Lyon, invitando a los habitantes a que despertaran espiritualmente y regresaran al Cristianismo según él lo entendía en las Escrituras. Se dice que ponía énfasis en la declaración de Jesús: "No podéis servir a dos amos, a Dios y al dinero" (Mateo 6:24, Lucas 16:13).
Puesto que Valdo había sido bien conocido como próspero hombre de negocios, muchas personas le escucharon y pronto tuvo un grupo de seguidores. Les alegró oír el mensaje consolador de la Biblia en su propio idioma, pues hasta entonces la Iglesia Católica Romana no había consentido que se tradujera la Biblia a otro idioma con la excepción del latín, alegando el alto costo, pues copiar a mano cada Biblia le tomaba a un monje un mínimo de 3 años. Muchas personas convinieron en renunciar a sus bienes y dedicarse a enseñar la Biblia en el idioma de la gente común. Se les llegó a conocer como los "Pobres de Lyon". Para ellos, cualquier cristiano, fuera hombre o mujer, podía predicar siempre y cuando tuviese suficiente conocimiento de las Escrituras.
Aquella predicación laica hizo que en 1179 el papa Alejandro III, al que el propio Valdo había apelado, prohibiese a Valdo y sus seguidores predicar sin el permiso del obispo local. El obispo Bellesmains de Lyon rehusó dar su consentimiento por considerar que se estaba predicando un evangelio diferente. Los registros históricos indican que, ante esta proscripción, Valdo respondió a la jerarquía usando las palabras de los Hechos de los Apóstoles: "Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres."
Valdo y sus asociados continuaron predicando pese a la amenaza de excomunión y persecución. Así, el papa Lucio III los excomulgó en 1184 y el obispo de Lyon los expulsó de la diócesis.
El edicto de excomunión, que se extendió contra ellos en el año 1181, les obligó a salir de Lyon, lo que fue beneficioso para su causa. Pedro Valdo llegó hasta Polonia en la misma frontera de Rusia, donde murió en 1217 después de cincuenta y siete años de predicación del Evangelio de Jesucristo.
LOS VALDENSES EN ESPAÑA
Los Valdenses recorrieron con ánimo misionero el sur de Alemania, Suiza, Francia y llegaron a España, donde formaron grupos de cristianos disidentes de Roma en las provincias del norte y sobre todo en Cataluña. El hecho de que dos concilios y tres reyes se hayan ocupado de expulsarlos de España demuestra que su número tenía que ser considerable.
El clero, impotente para detener el avance y, alarmado, pidió al papa Celestino III que tomase medidas contra este movimiento. El papa mandó un delegado en 1194, que convocó la asamblea de prelados y nobles en Mérida, asistiendo personalmente el mismo rey Alfonso II de Aragón, quien dictó el siguiente decreto:
"Ordenamos a todo valdense que, en vista de que están excomulgados de la Santa Iglesia, son enemigos declarados de este reino y tienen que abandonarlo, e igualmente todos los estados de nuestros dominios. En virtud de esta orden, cualquiera que desde hoy se permita recibir en su casa a los susodichos valdenses, asistir a sus perniciosos discursos o proporcionarles alimentos, atraerá por esto la indignación de Dios Todopoderoso y la nuestra; sus bienes serán confiscados sin apelación y será castigado como culpable del delito de lesa majestad; además cualquier noble o plebeyo que encuentre dentro de nuestros estados a uno de estos miserables sepa que si los ultraja, los maltrata o los persigue, no hará con esto nada que no nos sea agradable".
Desde entonces, la persecución se hizo sentir con violencia, y en una sola ejecución 114 Valdenses fueron quemados vivos y sus cenizas echadas al río Ter en Gerona. Sin embargo, muchos lograron esconderse y seguir secretamente su predicación en el reino de León, Vizcaya y Cataluña, pues al contrario de lo que decretaba la orden real, los veían con costumbres austeras y anunciando de manera sencilla y llana el Evangelio, y hasta se menciona al obispo de Huesca, uno de los más notables prelados de Aragón, como protector decidido de los perseguidos Valdenses. Pero las persecuciones contra ellos no cesaron, llegando a su apogeo por el año 1237, cuando 45 fueron arrestados en Castellón y 15 de ellos quemados vivos en la hoguera.
EXPANSIÓN DE LOS VALDENSES EN EUROPA
Como consecuencia de las persecuciones, estos disidentes del siglo XII se refugiaron en los Alpes y por toda la Occitania.
Los registros históricos muestran que, a principios del siglo XIII, podían hallarse Valdenses no sólo en el sur de Francia y el norte de Italia, sino también en el este y norte de Francia, Flandes, Alemania, Austria y hasta en Bohemia, donde se dice que Valdo murió en 1217.
Desde el año 1200 hubo en Alsacia y Lorena tres grandes centros de actividad misionera. En Metz, el barba (pastor) Crespin y sus numerosos hermanos confundían al obispo Beltrán, quien en vano se esforzaba por suprimirlos. En Estrasburgo, los inquisidores mantenían siempre el fuego de la intolerancia contra la propaganda activa que hacía el barba Juan y más de 500 Valdenses que componían la iglesia perseguida de aquella ciudad.
En Bohemia, donde Pedro Valdo terminó sus días, los resultados de la obra misionera valdense fueron fecundos y es muy probable que las prédicas valdenses influyeran sobre el sacerdote católico checo Juan Hus y dieran así origen a la iglesia de los husitas.
A mediados del siglo XIII, el inquisidor de Passau —Baviera— nombraba 42 poblaciones donde los valdenses habían echado raíces; y en Austria, el inquisidor Krens hacía quemar a principios del siglo XIV 130 Valdenses. Se cree que el número de ellos en Austria no bajaba de 80.000.
En Italia, los Valdenses estaban diseminados y bien establecidos en todas partes de la península. Tenían sedes en las grandes ciudades y un ministerio itinerante perfectamente organizado. En Lombardía, los discípulos de Arnaldo de Brescia, gran opositor del papa a pesar de que nunca llegó a separarse de la Iglesia Católica Romana, y que fue quemado vivo en 1155, se unían fácilmente a los Valdenses cuando éstos les predicaban el Evangelio de Jesucristo. En Milán poseían una escuela que era centro de una gran actividad misionera.
En Calabria se establecieron muchos Valdenses del Piamonte en 1300 en Fuscaldo y Montecarlo. Habían conseguido cierta tolerancia y les permitían celebrar secretamente sus cultos con tal de que pagaran los diezmos al clero.
En tres de los valles del Piamonte, Lucerna, Perusa y San Martín, los Valdenses formaron pueblos enteros en las primeras décadas del siglo XIII. Perduran comunidades valdenses en los valles orientales de los Alpes Cotios, en especial en la cuenca alta del río Dora Riparia, teniendo sus principales centros en las ciudades de Oulx y Susa. Por ese motivo, estos pequeños valles del Piamonte son conocidos como Valvaldenses o Valles Valdenses, hablándose allí aún el occitano e incluso el arpitano.
Estos datos históricos que poseemos de la abundante literatura producida por los Valdenses prueban que el Protestantismo —aún sin ese nombre— tuvo un origen anterior a Lutero: más de 340 años antes de que se produjese el movimiento espiritual de la Reforma Protestante, existían ya muchos cristianos que no comulgaban con los dogmas de la Iglesia Católica Romana.
Reinerius, inquisidor de Passau en el siglo XIII, dijo de los Valdenses:
"Entre todas las sectas que existen o que han existido, no hay ninguna más perniciosa para la Iglesia Católica que la secta de los Lyoneses (Valdenses); y esto por tres razones: La primera por su gran antigüedad, pues algunos dicen que los Valdenses se remontan al tiempo de Silvestre (300) y hasta hay quien asegura que al tiempo de los apóstoles. La segunda porque es la más extendida y apenas si hay un país donde no exista esta secta. La tercera razón es que, mientras todas las demás sectas despiertan horror y la repulsa de sus oyentes por sus blasfemias en contra de Dios, ésta demuestra una gran semblanza de piedad; tanto que sus adherentes viven justamente delante de todos los hombres y creen en todos los artículos del Credo, respetando en todo a Dios: Solamente blasfeman de la Iglesia y del clero romanos; por esto tan grandes multitudes de laicos les prestan atención".
Y en otra ocasión dijo:
"Los herejes Valdenses se distinguen por su comportamiento y el habla. Son impasibles y sensatos. No se esfuerzan en llamar la atención con vestidos extravagantes o indecorosos. No son comerciantes con el fin de evitar mentir, jurar o engañar. Viven únicamente del trabajo artesano de sus manos. También sus maestros son tejedores y zapateros. No acumulan riquezas, sino que se contentan con lo necesario para vivir. Comen y beben con moderación, no frecuentan posadas ni van a bailes u otros lugares de mala reputación. Son lentos para la ira. Son trabajadores, se dedican a aprender y a enseñar. Les reconocerán por su manera de hablar: con cordura y veracidad. No difaman, no hablan con palabras vulgares o vacías. Evitan toda expresión que pueda ser mentirosa o de juramento. No dirán "sinceramente" o "de verdad", sino que se limitarán a decir "sí" o "no". Según ellos hacen así porque Jesús lo ordenó en Mateo 5:37".
ARTICULACIÓN CON LA REFORMA PROTESTANTE
El maestro valdense alemán Federico Reiser abandonó en 1426 el pacifismo valdense y se unió al ejército taborita que avanzaba hacia Viena y en 1431 fue ordenado como ministro husita de la Palabra. Él y su esposa Ana Weiler fueron ejecutados en Estrasburgo en 1458, pero su influencia se extendió a muchos Valdenses italianos y franceses de los Alpes, que llegaron a sentirse identificados con el husismo taborita, y en 1483 se levantaron contra el duque Carlos I de Saboya. En cambio, algunos Valdenses de la época, como el hermano Lucas de Praga, se unieron a los husitas moderados.
En 1526 se celebró en Laus un sínodo, en el cual se discutieron las ideas de la Reforma Protestante. Una opinión sostenía mantener los vínculos con los husitas; otra, acercarse a la Reforma suiza y otra a Lutero. El barba Martín Gonin difundió los escritos de Lutero y encabezó al sector partidario de unirse al Protestantismo y distanciarse de los husitas.
El sínodo de Merindol (Provenza) en 1530 se orientó hacia los reformadores suizos. Luego en el sínodo de Chanforan en 1532 y a propuesta de Jorge Morel, adoptó una nueva confesión de fe acorde con la Reforma suiza. Se apartó de esta decisión una minoría dirigida por Daniel de Valencia y Juan de Molines; congregaciones del valle del Po, Calabria y Apulia tampoco aceptaron la decisión del sínodo y en algunos casos se sumaron al movimiento anabaptista. Sin embargo, la mayoría de los Valdenses se unieron después al Protestantismo Evangélico, al considerar que en lo fundamental compartían la misma fe.
DOCTRINAS DE LOS VALDENSES
Los Valdenses fueron en esencia auténticos cristianos en sus creencias y prácticas:
Los Valdenses creían en la justificación por fe en Cristo, no por obras. Sus confesiones de fe del siglo XII dicen que la salvación es solamente por gracia por medio de la fe, sin obras, y que los sacramentos no son necesarios para ser salvo.
También observaron la ordenanza del bautismo por inmersión, no por aspersión. Rechazaron la práctica del bautismo infantil (aunque no todas las congregaciones valdenses). Los católicos persiguieron a los Valdenses a causa de su rechazo de la doctrina del bautismo infantil.
Los Valdenses rechazaron las enseñanzas erróneas de la Iglesia Católica, como la veneración de imágenes, la transubstanciación, la existencia del Purgatorio, la veneración a María, las oraciones a los santos, la veneración de la cruz y de las reliquias, el arrepentimiento de última hora, la necesidad de que la confesión se haga ante sacerdotes, las misas por los muertos y las indulgencias papales.
Además, rechazaban la pena de muerte, el uso de armamentos y la participación en guerras.
Los Valdenses de esta manera se separaron de la apostasía católica y otros grupos; requirieron que todos sus miembros fuesen bautizados por inmersión y practicaron disciplina en la iglesia. No tuvieron una jerarquía de obispos porque sus asambleas o congregaciones eran independientes, pero algunas veces reunieron en asociaciones de iglesias.
Algunos historiadores seculares han dicho que los Valdenses eran "Maniqueos" - herejes que rechazaron el Antiguo Testamento y la institución de matrimonio, además no comieron carne, porque se creían que el mundo creado es inicuo. No obstante, los Valdenses no eran "Maniqueos," porque las confesiones de los Valdenses declaran creer en todos los libros del Antiguo Testamento, en Dios como Creador, y que la institución de matrimonio era honorable. Los Valdenses eran cristianos verdaderos.
Los cristianos evangélicos de ahora citamos a los Valdenses como un eslabón más en la línea de perpetuidad de la Iglesia Cristiana desde el tiempo de los apóstoles hasta ahora. El peso de la evidencia está en aquellos que niegan que ha habido cristianos fieles en todo tiempo, pues el Nuevo Testamento ha estado entre nosotros por 1900 años, así que es razonable pensar que en todo tiempo ha habido quienes han creído en las Escrituras y las han puesto en práctica.
Los Valdenses están entre aquellos nobles creyentes a través de los siglos que amaban leer la Biblia, que la creían, y lo ponían por obra en medio de fiera persecución. ¡Que su ejemplo sea una inspiración para el pueblo de Dios hoy día, y podamos dejar huella como ellos lo hicieron!