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Por fin soy libre

Por: Mendoza Daniel
Por fin soy libre
Fecha: Viernes, 14 de julio del 2017 ID: 201700000723

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Romanos 8:5–9 Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.

Vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu. Romanos 8:9

Alrika no había creído los rumores de que la gente era secuestrada de sus chozas y llevada a un país desconocido hasta que le sucedió a ella. Encadenada durante meses en lo que parecía como un calabozo dentro del casco de un barco, la jovencita temía que moriría en la esclavitud. Después de sufrir años de crueldad y trabajo forzado, el ejército del Norte de los Estados Unidos tomó la población donde vivía. Ahora un oficial con uniforme azul está de pie frente a ella.

—Ya no estás bajo el control de tu amo —le dice—. Eres libre.

¿Cómo te sentirías si fueras una persona en esclavitud y de pronto fueras puesto en libertad?

No llegaste a tu país encadenado en el casco de un barco negrero, pero quizá sí has estudiado lo que es eso.

Pero todos nosotros, dice la Biblia, hemos vivido un tipo distinto de esclavitud. Nacimos esclavos del pecado. Todos estamos atrapados en el mal del cual no podemos escapar por nuestra propia cuenta. La única manera de poder lograr la libertad es pedirle a Jesús que nos ayude y nos perdone.

Puede ser difícil creer que somos esclavos del pecado. Pero aquí tienes una manera de estar seguro de ello: ¿Te has dado cuenta que es más fácil hacer lo malo que hacer lo bueno? Cuando tus padres encuentran algo roto en la sala, por lo general parece más fácil mentir y decir que no lo rompiste que decir la verdad y admitir que lo hiciste. Es más fácil elegir lo malo porque somos esclavos del pecado.

Pero la gran noticia en Romanos 8 es que Jesús ha cambiado todo eso. Cuando confiamos en él, fuimos liberados de la esclavitud del pecado. Por el poder del Espíritu Santo de Dios que vive en nosotros, ya no tenemos que pecar. Sí, sí pecaremos de cuando en cuando. Todavía seremos tentados a hacer lo malo. Sí, pecaremos debido a nuestra debilidad. Pero no tenemos que pecar. Podemos elegir que el Espíritu Santo sea el que nos controle —el Espíritu de Dios que vive dentro de nosotros— en lugar de ser controlados por el pecado. ¡Somos libres!

El pecado es más que una mala costumbre. No podemos librarnos de él haciendo una resolución de Año Nuevo. El pecado es una enfermedad que no podemos curar por nuestra propia cuenta.

Dios conocía la solución perfecta a nuestro problema. Necesitábamos un Salvador (Jesús) que muriera por nosotros y un Ayudador (el Espíritu Santo) que viviera dentro de nosotros. Gracias a Dios somos libres del pecado. ¿Sientes agradecimiento por ello?

Por Josh McDowell

Este artículo está bajo una licencia de Creative Commons.

Proverbios 18:1 (RVR 1960)

Su deseo busca el que se desvía, y se entremete en todo negocio.

Palabras Claves: Josh McDowell Reflexiones

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