BRASIL.- A pesar de que la Doctrina de la Iglesia Católica que no permite que los divorciados y homosexuales activos sexualmente participen en la Eucaristía, la postura del Papa Francisco estaría aumentando la aceptación de gays y personas divorciadas en algunas iglesias brasileñas.
Un artículo publicado por el diario O Estado de Sao Paulo informa que la Pastoral de la Diversidad Sexual de Sao Paulo se reúne hace casi diez años en un trabajo de “acogimiento”.
Formado por unas 200 personas (gays, lesbianas, transexuales y transgéneros), realizan quincenalmente reuniones y misas, donde todos pueden comulgar.
El fraile franciscano José Francisco es uno de los líderes que acompaña al grupo. “Rezo una misa normal, para personas normales, que pasaron por catequesis e hicieron eucaristía. Como cualquier misa, hay quien se considera digno y participa de la comunión, y otros que no comulgan. “Es una decisión de foro íntimo”, explica.
Para José Francisco, la comprensión doctrinal y la visión catequética, en Occidente, está muy dirigida a la sexualidad. “Las personas no se escandalizan con la explotación humana, son capaces de sacar el último centavo del otro y no entienden que eso es una relación pecaminosa.
Son los temas sexuales que causan escándalo y siempre van al confesionario”, reclama.
Hay al menos otras dos iniciativas vinculadas oficialmente a la Iglesia. La Diócesis de Nova Iguaçu, en Río de Janeiro, mantiene la “Pastoral de la Diversidad”, cancelada por el obispo de la región, Mons. Luciano Bergamim.
En Belo Horizonte, la pastoral, que surgió en el año 2016 dice que se inspiró en el discurso donde Francisco dijo que la Iglesia debe “pedir disculpas” por la forma en que trata a los homosexuales. Loreano Goulart, uno de los coordinadores de la Pastoral de la Diversidad Sexual de San Pablo, dice que “no es posible sostener una iglesia que no concuerda con la realidad de la vida. No hay acogida. Sí, usted deja a la persona participar de la misa, pero no de la comunión, está segregando, discriminando”.
“El Papa entiende que la Iglesia debe ser como hospital de campaña, lidiar con las periferias existenciales del ser humano. Si no es así, no es religión, se convierte en un club en el que para ser socio tiene que ser heterosexual, casado sólo una vez y más tanto de exigencia que decidir”.
Sin embargo, aunque estos grupos se autodenominen “pastorales” y tengan el acompañamiento de sacerdotes, no son reconocidos por la Curia como tal.
El diario también recogió testimonios de personas como Tyago Queiroz, de 31 años, supervisor de operaciones. Él afirma: “Frecuenté la misma parroquia desde niño y siempre fui el más religioso de casa. En la adolescencia me di cuenta de que era gay, pero sólo lo asumí incluso a los 22 años. En ese tiempo, pasé por un largo proceso de auto aceptación y quien me ayudó en eso fue el propio sacerdote”.
Se refiere al padre Paulo Bezerra, párroco de la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, en Itaquera hace 35 años. Según Tyago: “Me dijo que no había nada mal conmigo. Sólo necesitaba un proceso de aceptación. Hoy, estoy casado y frecuento con mi marido las misas dominicales”.
También cuenta que llegó a frecuentar una “iglesia gay protestante”, pero no se identificó. “Me gusta la doctrina de mi Iglesia, de mis dogmas de fe. Ni yo ni ningún otro gay católico pretende cambiar de religión, sólo no entendemos porque la espiritualidad tiene que ser siempre enfrentada a la sexualidad. ¿Por qué es tan difícil para los propios cristianos actuar con inclusión y amor?”, cuestiona.
Divergencias teológicas
Para el teólogo Francisco Borba Ribeiro Neto, del Núcleo Fe y Cultura de la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo (PUC-SP), la presencia de divorciados y de parejas homosexuales en las parroquias muestra cómo, de modo general, la Iglesia Católica en Brasil ha entendido el discurso de acogida del Papa.
“Lo que él predica es que, antes de ver lo que hay de diferente, la Iglesia sea firme en lo que nos une, que es el amor al prójimo. Es el gran giro”, conmemora. Sin embargo, reconoce que hay críticas, pero minimiza: “Hay un grupo minoritario – más ruidoso que numeroso – que se contrapone a eso, porque hizo la propia trayectoria en la línea de la relación agresiva con lo diferente.
Es parte de ese grupo – que ya ha demostrado no ser minoritario – el catequista y profesor de teología Gustavo Abadie dice que “la iglesia tiene doctrinas muy claras y muy serias, pero hay grupos dentro de ella que están tratando de aflojar eso. En Brasil, la Iglesia Católica es un desastre completo. Hay excepciones, por supuesto. Pero vemos un festival de desobediencia y este caso es uno de ellos. Las parejas divorciadas y homosexuales no célibes no pueden participar en la Eucaristía”.
“¡Hay, desgraciadamente, muchos obispos, sacerdotes y laicos que desobedecen intencionalmente lo que la Iglesia dice y eso es una calamidad! Esas personas todavía no entendieron lo que es catolicismo, ellas siguen lo que es la cabeza de ellas. La Iglesia debe acoger a las personas para que se conviertan”, explica.
Un fiel de la iglesia Nuestra Señora de Lourder, en Canela, Río Grande del Sur, Abadie recuerda que: “Acoger no es aprobar su conducta, sea homosexual o heterosexual promiscuo deben guardar la castidad para poder comulgar. Estos sacerdotes citados están desobedeciendo las orientaciones del Catecismo. Con un papa progresista, la cosa está empeorando, por qué él promueve esa confusión también. Pero independientemente de lo que él hable, la Iglesia posee una doctrina sólida”.