El calvinismo (a veces llamado tradición Reformada, la fe Reformada o teología Reformada) es un sistema teológico protestante y un enfoque de la vida cristiana que pone el énfasis en la autoridad de Dios sobre todas las cosas. Esta vertiente del Cristianismo Protestante fue desarrollada por el reformador religioso francés del siglo XVI Juan Calvino.
La tradición Reformada fue posteriormente desarrollada por teólogos como Martin Bucer, Heinrich Bullinger, Pietro Martire Vermigli,Ulrico Zuinglio, Teodoro de Beza y Guillaume Farel e influyó a reformadores británicos como Thomas Cranmer y John Knox. Sin embargo, debido a la gran influencia y al papel de Juan Calvino en los debates confesionales y eclesiásticos del siglo XVII, la tradición llegó a conocerse con el nombre de calvinismo. Hoy en día, el término designa también las doctrinas y prácticas de las iglesias Reformadas.
Trasfondo histórico
Juan Calvino influyó notablemente en el desarrollo de las doctrinas de la Reforma Protestante. A los 25 años, en 1534, empezó la primera edición de su obra Institución de la Religión Cristiana, que se publicó en 1536. Esta obra, que fue revisada en diversas ocasiones durante su vida, además de la numerosa colección de cartas pastorales y comentarios bíblicos, constituyen la fuente de la repercusión que ha tenido sobre todas las denominaciones del Protestantismo a lo largo de su historia.
El crecimiento de las Iglesias Reformadas y calvinistas pertenece a la segunda fase de la Reforma Protestante. Tras la excomunión de Martín Lutero por la Iglesia Católica Romana, Calvino se refugió en Ginebra. Había firmado la confesión de Augsburgo en 1540, pero su repercusión fue más notable en la Reforma Suiza, la cual no era luterana, sino que se basaba en las enseñanzas de Ulrico Zuinglio. La enseñanza y la doctrina protestantes estaban evolucionando de manera independiente a Martín Lutero, bajo la influencia de muchos escritores y reformadores, entre los que destacaba Calvino.
En el siglo XVI, el calvinismo se extendió por los Países Bajos y algunas regiones limítrofes de Alemania, por Francia, Inglaterra, Hungría, Lituania y Polonia. La emigración a norteamérica llevó el calvinismo al Atlántico Medio de Estados Unidos y a Nueva Inglaterra, donde la mayor parte de lo colonos fueron calvinistas. Incluían a los puritanos ingleses, los hugonotes franceses, los colonos holandeses de la Nueva Ámsterdam, y a los escoceses presbiterianos de los Montes Apalaches. Los colonos neerlandeses calvinistas fueron los primeros europeos que colonizaron África del Sur. Fueron conocidos posteriormente como bóeres o afrikáneres.
En el siglo XXI, el conjunto de las Iglesias de inspiración calvinista reúne a unos 75 millones de personas.
Descripción general
Numerosos teólogos no necesariamente relacionados con las Iglesias Reformadas han contribuido a desarrollar la cosmovisión calvinista como se le conoce hoy en día. Entre ellos se cuentan el teólogo danés Francisco Gomarus; John Knox, el fundador de la iglesia presbiteriana; John Bunyan un predicador bautista, autor del best seller cristiano El Progreso del Peregrino, y el teólogo norteamericano Jonathan Edwards, uno de los principales protagonistas durante el resurgimiento espiritual denominado Primer Gran Avivamiento en los Estados Unidos a mediados del siglo XVIII.
Doctrina calvinista
1.- La gracia soberana
El calvinismo enfatiza en la depravación de la naturaleza moral humana hacia la necesidad de la gracia soberana de Dios en la salvación. La Biblia (Romanos 3:10-12) enseña que las personas son completamente incapaces de seguir a Dios o escapar de la condenación delante de él y que solamente por intervención divina drástica, en la cual Dios, cambiando la naturaleza misma del creyente (nuevo nacimiento), quitando el corazón de piedra y poniendo uno de carne, pueden las personas ser convertidas de rebelión a obediencia voluntaria.
Desde este punto de vista, todas las personas dependen enteramente de la misericordia de Dios, a quien le sería justo el condenarlos a todos por sus pecados, más ha escogido ser misericordioso con muchos para dar gloria a su propio nombre. Una persona es salvada mientras que otra es condenada, no por causa de la voluntad, fe o alguna otra virtud en la persona, sino por causa de la elección soberana de Dios para tener misericordia de él. Aunque la persona debe actuar para creer y ser salvo, esta obediencia de fe es el regalo de Dios según el calvinismo, y por esto Dios completa la salvación de pecadores.
2.- "La vida es religión"
El sistema teológico y las teorías prácticas de la iglesia, familia y vida política, todas (ambiguamente) llamadas "calvinismo," son el crecimiento de una conciencia religiosa fundamental que está centrada en la soberanía de Dios. En principio, la doctrina de Dios tiene un lugar preeminente en cada categoría teológica, incluyendo el entendimiento calvinista de cómo una persona debe vivir. El calvinismo presupone que la bondad y el poder de Dios tienen un libre e ilimitado alcance de actividad, y eso trabaja como una convicción de que Dios está obrando en todos los aspectos de existencia, incluyendo los aspectos espirituales, físicos e intelectuales, ya sea secular o sagrado, público o privado, en la tierra o en el cielo.
Según este punto de vista, el plan de Dios se trabaja en cada evento. Dios es visto como el creador, preservador y gobernador de todo. Esto produce una actitud de dependencia absoluta de Dios, la cual no se identifica solamente con actos temporales de piedad (por ejemplo, la oración); sino que es un amplio patrón de vida que, en principio, se aplica tanto a cada obra trivial como a tomar la comunión. Para el cristiano calvinista, toda la vida es religión cristiana. Al calvinismo también se le atribuye una doctrina basada en la radicalización del luteranismo, impuesto en el siglo XVI.
3.- Los cinco puntos del calvinismo
La teología calvinista es identificada en la mente popular como los "cinco puntos del calvinismo," que son un resumen de los juicios (o cánones) presentados por el Sínodo de Dort y que fueron publicados como una respuesta detallada (punto por punto) a los cinco puntos de la Protesta Arminiana. Calvino mismo nunca usó tal modelo, y nunca combatió el Arminianismo directamente.
Estos puntos, pues, funcionan como un resumen de las diferencias entre el Calvinismo y el Arminianismo, pero no como una suma completa de los escritos de Calvino o de la teología de las iglesias reformadas en general. La aserción central de estos cánones es que Dios es capaz de salvar a cada persona por quien él tenga misericordia y que sus esfuerzos no son frustrados por la injusticia o la inhabilidad del hombre.
Los cinco puntos del calvinismo son:
Depravación total
Un punto fundamental en el asunto de la salvación es proceder a una evaluación correcta de la condición del individuo que se debe salvar, y no infravalorar el pecado. A la luz de las Escrituras, el estado natural del hombre es un estado de depravación total y, por consiguiente, una inhabilidad total de parte del hombre para ganar, o contribuir a su salvación. El catecismo de Heidelberg en su pregunta dice: ¿Estamos tan corrompidos que somos totalmente incapaces de hacer el bien e inclinados a todo mal? RESPUESTA: Ciertamente, si no hemos sido regenerados por el Espíritu de Dios.
Cuando se habla de depravación total, sin embargo, no se refiere a que cada hombre es tan malvado como pueda ser, ni a que el hombre sea incapaz de reconocer la voluntad de Dios; ni tampoco a que sea incapaz de hacer algún bien hacia su prójimo o aún dar lealtad externa a la adoración de Dios. Lo que sí se quiere decir, es que cuando el hombre cayó en el Huerto del Edén cayó en su ‘totalidad’. La personalidad completa del hombre ha sido afectada por la caída, y el pecado se extiende a la totalidad de las facultades, la voluntad, el entendimiento, el afecto y todo lo demás.
Según la Biblia, el hombre, por naturaleza, está "muerto" “Así que, como por un hombre el pecado entró en el mundo, y la muerte por el pecado; y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos han pecado”. [Rom. 5:12] Enseña que los hombres están esclavizados: “Que con mansedumbre corrija a los que se oponen: si quizás Dios les dé que se arrepientan para conocer la verdad; y se zafen del lazo del diablo en que están cautivos a voluntad de él” [2º Tim. 2:25]. Enseña que el hombre está ciego y sordo: ‘ … mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; Para que viendo, vean y no echen de ver; y oyendo oigan y no entiendan” [Marcos 4:11]. Enseña que el hombre no está instruido, “mas el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura; y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente” [1º Cor. 2:14]. La Biblia dice de los hombres son pecaminosos por naturaleza: (i) Por Nacimiento: “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre” [Salmos 51:5]. (ii) Por Práctica: “Y vio Jehová que la malicia de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” [Gen. 6:5].
Si esto es el estado natural del hombre, se plantean las siguientes preguntas; ¿pueden los muertos darse vida a sí mismos? ¿Pueden los ciegos darse vista a sí mismos, o los sordos darse el oído? ¿Puede el no instruido enseñarse a leer a sí mismo? ¿Puede el naturalmente pecaminoso cambiarse a sí mismo? Seguro que no. “¿Quién puede sacar algo limpio de lo impuro?” pregunta Job; y contesta, “Nadie” [Job 14:4]. “¿Mudará el negro su pellejo, y el leopardo sus manchas?” [Jeremías 13:23] La depravación llega a tal punto que, siendo ofrecida la salvación a todos, todas las personas la rechazan, prefiriendo estar en sus pecados “Y esta es la condenación: porque la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz; porque sus obras eran malas.” [Juan 3:19]
Elección incondicional
La actitud de los hombres hacia la depravación total, como una declaración bíblica de la condición natural del hombre, determina la actitud hacia la doctrina de elección incondicional. Ésta sigue a la doctrina de depravación completa. Si el hombre en verdad está muerto, prisionero, y ciego etc., entonces el remedio para todas estas condiciones debe descansar fuera del hombre mismo (esto es, en Dios) ¿puede el muerto levantarse a sí mismo?, la respuesta inevitablemente debe ser: “por supuesto que no”. Sin embargo hombres y mujeres son levantados de su muerte espiritual “nacidos de nuevo” como lo proclama el evangelio según San Juan; y como son incapaces de llevar a cabo esta obra por ellos mismos, se puede concluir que es Dios quien los levantó. Por otro lado, como muchos hombres y mujeres no han sido vivificados, se puede igualmente concluir que eso es porque Dios no los ha levantado. Si el hombre es incapaz de salvarse a sí mismo, siendo la caída de Adán una caída total, y si sólo Dios puede salvar, y si no todos son salvos, entonces la conclusión debe ser que Dios no ha escogido salvar a todos.
La historia de la Biblia es la historia de la elección incondicional. Algunos creyentes tienen dificultad en creer que Dios pueda pasar a algunos y escoger a otros, y sin embargo no parecen tener dificultad en creer que Dios llamó a Abraham de la pagana Ur de los caldeos y dejó a los otros en su paganismo. ¿Por qué debería Dios escoger a la nación de Israel como su “gente peculiar”? En Deuteronomio 7:7 estaría la respuesta: “No por ser vosotros más numerosos que todos los pueblos os ha querido Dios, y os ha escogido; porque vosotros érais el más insignificante de todos los pueblos: Sino porque Dios os amó,...’ ¿por qué debería Dios, desatendiendo completamente las leyes familiares de Israel, escoger al hijo menor Jacob, en lugar de Esaú el mayor? Romanos 9:11-13 “…para que el propósito de Dios conforme a la elección,.. A Jacob amé mas a Esaú aborrecí.”
La doctrina que Jesús predicó en la sinagoga en Nazaret es, según el calvinismo, la doctrina de elección incondicional. “Mas en verdad os digo, que muchas viudas había en Israel en los tiempos de Elías, … Pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a Sarepta de Sidón, a una mujer viuda.” [Lucas 4:25-27]. Sabemos los resultados de la predicación de nuestro Señor de ese mensaje. “Y lo llevaron hasta la cumbre del monte para despeñarlo.”
Expiación limitada
Este tercer punto es el punto central de los cinco, y también la verdad central del evangelio, el propósito de la muerte de Cristo en la cruz. Esto no es accidental, porque la enseñanza de la Biblia ha puesto al hombre bajo del título general de depravación total, o inhabilidad total. Segundo, como algunos hombres y mujeres son indudablemente salvos, entonces tiene que haber sido Dios mismo quien los salvó en distinción del resto de la humanidad. Esto es elección: “Para que el propósito de Dios conforme a la elección, permaneciese…” [Rom 9:11]. Sin embargo, esta elección sólo “marcó la casa, a la cual la salvación debe viajar”, y una expiación completa, perfecta y satisfactoria todavía era requerida para los pecados de los elegidos, para que Dios fuera no solamente un Salvador, sino un Dios justo, y un Salvador”. Esta expiación fue realizada por la sumisión voluntaria de Cristo a la muerte en la cruz, donde sufrió bajo la justicia de este Dios justo, y procuró la salvación que Él, como Salvador, había ordenado. En la cruz, entonces y, sin duda, todos aceptamos esto, Cristo soportó el castigo, y procuró la salvación. La pregunta ahora se levanta: ¿por quién soportó el castigo?, y ¿para quién procuró la salvación? Hay tres avenidas por las cuales se puede viajar respecto a esto:
1. Cristo murió para salvar a todo hombre, sin distinción. 2. Cristo murió para salvar a nadie en particular. 3. Cristo murió para salvar a cierto número.
El primer punto de vista es el sostenido por “Universalistas” a saber: Cristo murió para salvar a todos los hombres, y así, muy lógicamente, asumen que todos los hombres serán salvos. Si Cristo ha pagado la deuda del pecado, ha salvado, rescatado, dado Su vida, por todos los hombres; entonces, todos los hombres serán salvos. El segundo punto de vista implica que Cristo procuró una salvación potencial para todos los hombres. Cristo murió en la cruz, pero aunque pagó la deuda de nuestros pecados, su obra en la cruz no es eficaz hasta que el hombre se “decida por” Cristo y, de ese modo, sea salvo.
El tercer punto de vista dice que Cristo murió positiva y efectivamente para salvar a cierto número de pecadores que merecían el infierno, en quienes el Padre había puesto su libre elegible amor. El Hijo paga la deuda por estos elegidos, hace satisfacción por ellos a la justicia del Padre, e imputa Su propia justicia a ellos, para que sean completos en Él.
La tercera de esas alternativas es la que está más de acuerdo a la Biblia: Cristo murió para salvar a un número particular de pecadores; esto es, a aquellos que “según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo” [Efe. 1:4]; aquellos a quienes el Padre “Le ha dado del mundo [Juan 17:9]; aquellos por quienes Él mismo dijo que derramaba su sangre: “Porque, esta es mi sangre del nuevo pacto, la cual es derramada por muchos para remisión de los pecados.” [Mat. 26:28]
Esta última vista hace justicia al propósito de Cristo de venir a esta tierra a morir en la cruz. “Llamarás su nombre Jesús, porque salvará a Su pueblo de sus pecados.” [Mateo 1:21]. Yo soy el buen pastor: el buen pastor su vida da por las ovejas. [Juan 10:11]; Nadie tiene mayor amor que este, que alguno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hiciéreis las cosas que yo os mando. [Juan 15:13,14]; Jesús “amó a la Iglesia y se entregó a Sí mismo por ella”. [Efe 5:25]. “El cual fue entregado por nuestros delitos, y resucitado para nuestra justificación. [Rom. 4:25]. “Por Su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y Él llevara la iniquidad de ellos [Is. 53:11]. Y ¿cuándo efectúa esto?, mientras cuelga en la cruz, dice el profeta Isaías en el capítulo 53 de su profecía, “verá el fruto de Su propia aflicción y se dará por satisfecho”. El padecimiento de Su alma, mientras derrama Su sangre en ofrenda por nuestros pecados, produce hijos espirituales para la gloria de Su nombre, y se dará por satisfecho cuando vea esta obra completada.
Gracia irresistible
Si los hombres son incapaces de salvarse a sí mismos a causa de su naturaleza caída, y si Dios ha propuesto salvarlos, y Cristo ha realizado su salvación, entonces lógicamente sigue que Dios también debe proveer los medios para llamarlos a los beneficios de esa salvación que él ha procurado para ellos. Romanos 8:30: “y los que predestinó a éstos también llamó”. Dios no solamente eligió hombres y mujeres para salvación; también llamó a esos a quien le plació elegir.
¿Que quiere decir gracia irresistible? Cuando el evangelio sale fuera en una Iglesia, o al aire libre, o por medio de leer la Palabra de Dios, no todos atienden a esa llamada. No todos son convencidos del pecado y de su necesidad de Cristo. Esto explica el hecho de que hay dos llamamientos. Hay un llamamiento externo; y un llamamiento interno. El llamamiento externo puede ser descrito como “palabras del predicador”; y este llamamiento, cuando sale, puede obrar un resultado de diferentes formas en un número de diferentes mi llamos a tu cas pero hoy no ará; no obrará la salvación en el alma de un pecador. Porque una obra de salvación para ser labrada debe ser acompañado por el llamamiento interior del Espíritu Santo de Dios. Porque él es quien, “redarguye de pecado, justicia y juicio”. Y cuando el Espíritu Santo llama a un hombre, o mujer, o una persona joven por su gracia, ese llamamiento es irresistible: no puede ser frustrado; es la manifestación de la gracia irresistible de Dios.
Los siguientes versículos apoyan lo anterior: 1. “Todo lo que el Padre me da vendrá a mí; y al que a mí viene no le echo fuera” [Juan 6:37]. Nótese que son aquellos a quien El Padre a “dado a Cristo”- los elegidos- que “vendrán” a él; y cuando vienen a Él no serán “rechazados”. 2. Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no lo trajere. [Juan 6:44] Aquí nuestro Señor simplemente está diciendo que es imposible que los hombres vengan a Él por ellos mismos; el Padre los debe traer. 3. Todo aquel que oyó del Padre, y aprendió, viene a Mí [Juan 6:45]. El hombre puede oír el llamamiento externo; pero son esos los que han “aprendido del Padre” que responderán y vendrán a Cristo: Así que, con Simón Pedro: “Bienaventurado eres Simón hijo de Jonás, porque no te lo reveló sangre ni carne sino mi Padre que está en el Cielo?” 4. “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios.” [Rom. 8:14] 5. “Mas cuando agrado a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia” [Gal. 1:15] 6. “Mas vosotros sois linaje escogido… para que anunciéis las virtudes de Aquél que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable.” [1 Ped. 2:9] 7. “Mas el Dios de toda gracia, que nos ha llamado a su Gloria eterna por Jesús Cristo…” [1. Ped. 5:9]
Una ilustración de esta enseñanza de gracia irresistible, o llamamiento eficaz, es ciertamente el incidente que se describe en Hechos 16. El apóstol Pablo predica el evangelio a un grupo de mujeres a las orillas del río en Filipo; y “una cierta mujer llamada Lidia estaba oyendo; cuyo corazón abrió el Señor para que estuviese atenta a lo que Pablo decía.” Pablo, el predicador, habló al oído de Lidia, el llamamiento externo; pero el Señor habló al corazón de Lidia, el llamamiento interno de gracia irresistible. Los hombres y mujeres se resisten al evangelio de Dios por su misma naturaleza. Por eso debe haber una gracia irresistible. Ya que “El hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios”. Pero el llamamiento eficaz es santo “Que nos salvó y llamó con vocación santa”… [2Ti 1:9]; todopoderoso “Porque no me avergüenzo del evangelio: porque es potencia de Dios para salud de todo aquél que cree… [Rom 1:16]; vivificante “…Vendrá hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios: y los que oyeren vivirán” [Juan 5:25]; efectivo “Por cuanto nuestro evangelio no fue a vosotros en palabra solamente, mas también en potencia, y en Espíritu Santo, y en gran plenitud; como sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros” [1Tesal. 1:5]; irresistible “Mas el que escudriña los corazones, sabe cuál es el intento del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios, demanda por los santos” [Rom 8:27]
Perseverancia de los santos
Si el hombre no se puede salvar a sí mismo, entonces, Dios tiene que salvarlo. Si todos no son salvos, entonces Dios no ha salvado a todos. Si Cristo ha hecho satisfacción por los pecados, entonces es por los pecados de aquellos que son salvos. Si Dios intenta revelar esta salvación en Cristo a los corazones de esos a quien él escogió salvar, entonces, Dios proveerá el medio de hacerlo efectivamente. Si, por consiguiente, habiendo ordenado para salvar, murió para salvar, y llamó a la salvación a esos quienes nunca podrían salvarse a sí mismos, él también preservará a los salvos para la vida eterna para la Gloria de Su Nombre.
Así siguiendo la depravación total, y elección incondicional, y expiación limitada, y un llamamiento eficaz, se tiene la perseverancia de los santos. “El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” [Fil. 1:6]. La palabra de Dios está repleta con referencias a esta verdad. “Y ésta es la voluntad del que me envió, del Padre: Que todo lo que me diere, no pierda de ello, sino que lo resucite en el día postrero”. [Juan 6:39] “Y yo les doy vida eterna, y no perecerán para siempre, ni nadie las arrebatará de mi mano” [Juan 10:28]. “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más estando reconciliados, seremos salvos por su vida. [Rom. 5:10]. “Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús.” [Rom. 8:1]
Este es el distintivo del creyente, que pertenece a Cristo; que está perseverando en las cosas de Cristo; “que está dando toda diligencia para hacer su llamada y elección segura”. El creyente en Cristo puede caer en tentación, pero el Señor no lo dejará ser tentado más de lo que pueda resistir, sino que con la tentación dará también la salida; para que el creyente vaya adelante, y siga adelante otra vez en las cosas pertenecientes a su salvación para la gloria de Cristo. Esos versos de Romanos 8:28-39 enseñan la lógica divina en la salvación eterna de Dios. Al igual que el hijo pródigo, por mucho que avergonzó a su padre pidiéndole su parte de la herencia (no estando muerto el padre), por mucho que haya gastado su dinero en el pecado y no importando lo bajo que llegó a estar, con todo, nunca dejó de ser hijo de su padre. La lógica es que la salvación que empieza en la mente y propósito de Dios debe terminar en el cumplimiento de su infrustrable propósito de que esos “a quienes antes conoció” están eternamente unidos con su Salvador.