“Sana” es un término antiguo. En las epístolas pastorales de Pablo a Timoteo y Tito, “sana” significa digna de confianza, exacta o fiel. La raíz de esta palabra es una imagen del mundo de la medicina, la cual da una connotación de plenitud o saludable.
Leemos en 1 de Timoteo capítulo 1 que la sana doctrina está formada por el evangelio el cual se opone a la mundano y al pecado. Aún está más claro en 1 Timoteo 6:3, donde Pablo contrasta las “falsas doctrinas” con “la sana instrucción de nuestro Señor Jesucristo y… de la doctrina que se ciñe a la verdadera religión.” ¿cual es esta verdadera religión? aquella que predica a Jesucristo como Señor y Salvador.
De manera que en su segunda carta a Timoteo, Pablo lo exhorta de esta manera, "sigue el ejemplo de la sana doctrina que de mí aprendiste” (2 Timoteo 1:13). Pablo previene a Timoteo “porque llegará el tiempo en que no van a tolerar la sana doctrina, sino que, llevados de sus propios deseos, se rodearán de maestros que les digan las novelerías que quieren oír” (2 Timoteo 4:3).
Cuando Pablo escribió a otro pastor joven, llamado Tito, le transmitió una preocupación similar. Pablo le aclaró a Tito que cualquiera que anhelara obispado “debe apegarse a la palabra fiel, según la enseñanza que recibió, de modo que también pueda exhortar a otros con la sana doctrina y refutar a los que se opongan” (Tito 1:9). Pablo insta a Tito a reprender a los falsos maestros “a fin de que sean sanos en la fe” (Tito 1:13). Pablo encomienda a Tito diciéndole “Tú, en cambio, predica de acuerdo con la sana doctrina” (Tito 2:1).
Cuando hablamos de sana doctrina hablamos de "sana palabra", "enseñanza "sana", enseñanza no tergiversada ni manipulada con propósitos que justifiquen alguna manera determinada de actuar o que busque beneficios propios. La Sana Doctrina es la doctrina bíblica.
El actuar de acuerdo a la sana doctrina le garantiza a cualquier iglesia cristiana evangélica su santidad como iglesia. Recordemos que "santidad" significa "separación" de las cosas mundanas. Una iglesia que no enseña sana doctrina es una iglesia pagana, pues no retiene lo que ha aprendido sino que la cambia como mejor le plazca, sino que se ha hecho llevar por lo que el mundo o lo que los hombres quieren, no lo que Dios quiere.
En conclusión podemos decir que la sana doctrina es aquella que Predica a Cristo como Señor,salvador, Dios y como el único redentor y perdonador de pecados y al Espíritu Santo como la única guía de iluminación y conexión con Cristo.
LA SANA DOCTRINA
Por: Evangelista Jorge Raschke
En esta hora, la Iglesia Evangélica es la voz profética de Dios como lo fueron los profetas en el Antiguo Testamento y los apóstoles y discípulos en la Iglesia Primitiva.
En el cumplimiento de este papel, la Iglesia Evangélica tiene que ser no solo la portadora de la verdad, sino también su más ardiente defensora. Vivimos tiempos apocalípticos. Satanás sabe que esta es su última batalla por lo que lanza ataques desesperados contra la Iglesia Evangélica en general y contra todo aquello que se oponga a sus planes. Confusiones teológicas con apariencia de pureza, pero que en su interior llevan el fermento del engaño y de la muerte. Doctrinas erróneas, pero expuestas como si fueran las nuevas verdades salvadoras. Esta es la tónica de los días que vivimos. Surgen los «unificadores de iglesias» cuyos líderes pretenden ser los nuevos mesías ya que según lo proclaman a través de los poderosos medios masivos de comunicación que manejan, el Hijo de Dios fracasó y hay que buscarle uno que lo sustituya. Y claro. Los reemplazantes son ellos. ¡Qué atrevimiento! ¡Con qué rudeza va a caer la mano de Dios sobre estos mentirosos y desalmados de la fe!
“Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Timoteo 4:1).
Como voz profética, es necesario que la Iglesia Evangélica contienda eficazmente por la sana doctrina. Que abandone su actitud complaciente y tolerante hacia los falsos profetas. Que adopte una actitud militante para evitar que las falsas enseñanzas sigan engañando a las gentes.
Así como en el Antiguo Testamento los profetas de Dios asumían una postura recta y valiente contra el engaño y la falsedad, la Iglesia Evangélica debe alzar su voz hoy día aunque vengan amenazas y presiones de los poderosos mercaderes de la religión. Aunque los agentes del diablo sumidos en las más tétricas tinieblas espirituales nos vengan a intimidar.
Ante la ola de confusión doctrinal que existe en el día actual, la Iglesia Evangélica tiene que llevar a cabo su rol profético. Debe enseñar la verdad de Dios y al mismo tiempo denunciar toda falsedad.
“Me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 3).
Es triste ver en el día de hoy iglesias evangélicas que guardan silencio con tal de mantener gran número de asistentes y grandes entradas de dinero para financiar sus monumentales presupuestos. Se niegan a denunciar la corrupción de la sociedad en que viven. Corrupción que se encuentra incluso en sus propios escaños, coros y púlpitos. Se toleran condiciones morales que harían parecer el caso de la iglesia de Corinto un juego de niños. Actúan a la ligera. No imitan al apóstol Pablo cuando denuncia proféticamente el pecado de inmoralidad que se permitía en Corinto:
“De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles, tanto que alguno tiene la mujer de su padre” (1 Corintios 5:1).
Al escribir en ese tono, el apóstol cumplía su responsabilidad profética. Y esa forma de enfrentar los problemas no fue solo en este caso, sino que la mantuvo a lo largo de todo su ministerio y aun hasta el mismo momento de su muerte.