Salmo 116:1-2 Amo a Jehová, pues ha oído mi voz y mis súplicas; porque ha inclinado a mí su oído; Por tanto, le invocaré en todos mis días.
¿Alguna vez te has encontrado diciendo algo como esto?
“Señor, te doy mi vida, pero estoy preocupado hasta la muerte por este asunto, esta persona, esta circunstancia, esta situación incómoda. Me siento atrapado Señor. Quiero descanso, ¡necesito descanso! Y si no lo traes pronto… bueno ya me cansé. Siento que voy a dejarlo todo”
Puedes dejarlo, mi amigo pero no hay atajos.
Aquí hay un mejor plan: toma la mano de tu Guía, Él es el Señor del desierto, aún tu desierto. El objeto más precioso del amor de Dios es Su hijo en el desierto. Si fuera posible, tú significas más para Él en este tiempo que en cualquier otro.
Tú eres su amado estudiante tomando Sus cursos más difíciles. Él te ama con amor infinito.
Por Charles Swindoll