2 Ped 1:12 por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis y estéis confirmados en la verdad presente.
Recordar dónde has estado es la clave para llegar a donde quieres llegar.
El verano de 1980 fue un punto de cambio en mi ministerio. Después de casi doce años como pastor en la iglesia de “Grace Community” me tomé tres meses sabáticos. En mi corazón no estaba seguro si regresaría. Sentí que ya le había enseñado a la iglesia todo lo que sabía y temía aburrirlos al reiterarles las mismas cosas.
Pero durante ese verano, el Señor me enseñó una verdad espiritual que revitalizó mi ministerio. Él me enseñó la importancia de recordarles a los creyentes la verdad que ellos ya sabían. Al leer y estudiar 2 Ped 1 me di cuenta que el Señor había llamado a Pedro a ese mismo ministerio. Entre más pensaba en ello, más me daba cuenta de la importancia de ese ministerio, ya que para muchos es fácil olvidar verdades espirituales. La trágica historia de Israel, cuyo olvido de la verdad espiritual le guió al desastre, es una advertencia aleccionadora.
Uno de los propósitos principales de la comunión es recordar las verdades gloriosas de nuestro Señor y Su sacrificio por nosotros. El recordar es un aspecto esencial de la seguridad de la salvación.
¿De qué estamos en peligro de olvidar? Al comenzar en su segunda epístola, Pedro menciona varias verdades claves que los cristianos no debemos olvidar. Nos recuerda de la realidad de nuestra salvación y de la fe salvadora que Dios en su gracia nos ha dado basado en la justicia de Jesucristo (2 Ped 1:1), resultando en gracia, paz y conocimiento de Él (v2) Como resultado, “todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia” (v3)
Habiéndonos recordado las gloriosas verdades de nuestra salvación, Pedro nos llama a recordar varias virtudes claves que necesitan ser manifiestas en nuestras vidas. Le pido a Dios que te recuerde lo que ya sabes y que crezcas en tu seguridad de salvación.
Por John MacArthur
