Con la primera estrella, la comunidad judía empieza a celebrar el año 5777 del calendario hebreo, festividad que se extenderá hasta el martes y convoca a las familias a reunirse para revisar los orígenes y los propios actos.
En la mesa de amigos y familiares no faltarán el pan, el vino, la luz, la cabeza de pescado y la manzanas con miel, además de los knishes, falafel, bohíos de verdura, pleztalej con pastrón, entre otras comidas típicas, que pueden variar según el origen ashkenaz (alemán) o sefardí.
La luz de las dos velas que coronan todas las festividades "hablan de que la santidad de este tiempo está muy lejos de la oscuridad; y el vino, está asociado a la alegría que es propia de la santidad. La manzana, fruto de la naturaleza, y la miel, surgida del trabajo de las abejas, nos dan ambas la dulzura que nos hace falta para la vida", contó a Télam la rabina de la comunidad Bet-El, Silvina Chemen.
El nuevo año judío tiene cuatro acepciones: Rosh Hashaná, que refiere al día de la creación; Iom Ha Din, que se basa en la idea teológica de que mujeres y varones son juzgados por sus acciones; Iom Ha Zikarón, que remite al recuerdo del propio ser y Iom Truá, que alude al despertar de la apatía para asumir las propias elecciones.
"Rosh Hashaná es la oportunidad para un balance del alma y una evaluación de la existencia, junto al Iom Kipur, Día del Perdón, que se celebra diez días después", dijo por su parte Darío Feiguin, rabino de la comunidad Bet Hilel.
Mientras que en Israel las familias se reúnen a cenar sólo hoy, en la diáspora lo hacen hoy y mañana, para dedicar más tiempo a esta tradición y evitar que se pierda; como en todas las celebraciones judías, el espíritu es la transmisión oral de la historia y los orígenes de los abuelos hacia los nietos.