Gal 6:7 no os engañéis, Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.
Las Escrituras están llenas de advertencias acerca del autoengaño. Sant 1:26 nos recuerda que nos engañamos a nosotros mismos cuando pensamos que somos religiosos pero no refrenamos nuestra lengua. No hay nada que lastime a Dios más que cuando hablamos mal de la gente en lugar de edificarla con nuestras palabras. Nunca debemos usar nuestra lengua para rebajar a otros. En su lugar debemos edificarnos unos a otros con lo que decimos y por lo tanto dar gracia a aquellos que nos escuchen. Si tu lengua está fuera de control, te estás engañado a ti mismo al creer que tienes una buena vida espiritual.
También nos engañamos a nosotros mismos cuando pensamos que no recogeremos lo que sembramos (Gal 6:7) como cristianos a veces pensamos que estamos exentos de este principio, pero no es así. Aunque nuestros pecados están perdonados, tendremos que vivir con el resultado y consecuencias de nuestros pensamientos, palabras y acciones sean buenas o malas.
Como tuve el privilegio de crecer en una granja, fui testigo cada año de la ley de causa y efecto. Si no sembrábamos buena semilla en la primavera, no recogíamos una buena cosecha en el otoño. Si no alimentábamos a las ovejas, se morían. Nuestros jóvenes tienen dificultades entendiendo esta simple verdad de siembra y cosecha. Viviendo de fin de semana en fin de semana, de fiesta en fiesta, fracasan al prepararse para el futuro.
Tu vida puede ser medida por lo que cosechas, pero se determina por lo que siembras. Por ejemplo, si quieres un amigo, sé un amigo. Lo que obtienes de la vida es lo que pones en ella.
Por Neil Anderson
ORACIÓN
Señor, líbrame del autoengaño de que siempre me cubrirás o me sacarás de los embrollos en que me meto. Ayúdame a aprender a sembrar lo que quiero cosechar, en el nombre de Jesús, amén.