Prov. 30:8 Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; no me des pobreza ni riquezas; mantenme del pan necesario
Entre más vivo, más me doy cuenta de la facilidad con la que nos podemos ir a los extremos.
Lo veo a mi alrededor y a veces, para mi vergüenza, lo encuentro en mí mismo. Una oración principal mía, al envejecer es: “Señor mantenme equilibrado”
Necesitamos equilibrio entre el trabajo y el juego, entre la bondad y la firmeza, entre esperar y orar, entre ahorrar y gastar, entre querer demasiado y esperar muy poco, entre aceptar y mantener el discernimiento, entre gracia y verdad.
Para mucha gente, la lucha con el desequilibrio no es un conflicto anual, es una rutina diaria.
El adversario de nuestras almas es el experto de los extremos. A él nunca le faltan formas de impulsarnos al límite… para hacernos ir tan lejos a un extremo que le damos la perspectiva a los vientos.
Entre más vivo, más lucho con la tendencia de ir a los extremos y más valoro el equilibrio.
Por Charles Swindoll