Mat 5:8 Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
Purificar un corazón es la obra de gracia y milagrosa del Espíritu Santo, pero hay algunas cosas que debemos hacer en respuesta a Su impulso. Primero debemos admitir que no podemos purificar nuestros propios corazones. Proverbios 20:9 dice: “¿Quién podrá decir: Yo he limpiado mi corazón, limpio estoy de mi pecado?” la respuesta implícita es ¡nadie!
A continuación debemos poner nuestra fe en Jesucristo, cuyo sacrificio en la Cruz es la base para nuestra purificación. Hechos 15:9 dice que Dios purifica los corazones por la fe. Por supuesto que nuestra fe debe estar puesta en el objeto correcto. 1Juan 1:7 dice: “pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”
Finalmente debemos estudiar la Biblia y orar. El salmista dijo que guardando Su Palabra limpiaremos nuestro camino y guardando Sus dichos (Salmo 119:9, 11) Mientras oramos y nos sometemos a la Palabra, el Espíritu purifica nuestras vidas.
Así es como adquieres y mantienes un corazón limpio. Como resultado verás a Dios (Mat 5:8) Eso no significa que lo verás con tus ojos físicos, sino con los espirituales. Comenzarás a vivir en Su presencia y te volverás cada vez más consciente de Su obra en tu vida. Reconocerás Su poder y la obra de Sus manos en la belleza y complejidad de la creación (Salmo 19) Discernirás Su gracia y propósitos en medio de las pruebas y aprenderás a alabarlo en todas las cosas.
Percibirás Su ministerio a través de otros cristianos y verás Su soberanía en cada evento de tu vida. La vida tomará un significado profundo y eterno cuando compartas con otros creyentes y lo verás a Él transformar vidas.
No hay mayor alegría que conocer que eres puro ante Dios y que tu vida lo honra a Él. Que ese gozo sea tuyo hoy y que Dios te use de una forma poderosa para Su gloria.
Por John MacArthur