Rafael Jacinto García comparte sobre la persecución que sufrió durante décadas en San Agustín Loxicha, Oaxaca, al sur de México. Fue encarcelado y golpeado por compartir el Evangelio, pero eso no lo silenció. Al salir de cada situación, continuó evangelizando.
Estaba predicando el Evangelio a los habitantes de la comunidad, cuando un grupo de hombres apareció y comenzaron a atacar a Rafael. Posteriormente, lo llevaron a la plaza principal para ser juzgado públicamente. Después del juicio, encarcelaron a García y a otros cuatro cristianos, acusados de perturbar la paz de la comunidad al compartir sus creencias.
Aunque México es considerado un país cristiano, el papel de los pastores allí es cada vez más difícil. Se enfrentan a la corrupción y al crimen organizado, así como a la intolerancia secular. Cualquiera que siga a Cristo es visto como un fanático. En las comunidades indígenas, quienes deciden abandonar las creencias religiosas o prácticas sincréticas de la comunidad enfrentan el rechazo y el castigo en forma de multas, encarcelamiento o desplazamiento forzado.
Los cristianos son vistos como una amenaza para oponerse a la corrupción y al consumo de drogas. Cualquiera que hable abiertamente de la esperanza en Jesús es blanco del narcotráfico y la violencia de las pandillas, que buscan eliminar cualquier obstáculo en la búsqueda del control.
García aún guarda vívidos recuerdos de cómo fue tratado en el momento de su arresto. “Nos pidieron que expliquemos por qué supuestamente queríamos romper la paz de la comunidad con una religión diferente a la oficial”, dijo el pastor a Open Doors. Horas después, él y sus compañeros fueron liberados y decidieron ir a la casa de un cristiano que habían conocido en su primera visita a la ciudad de San Agustín Loxicha. El hombre les ofreció refugio, comida y medicinas para sus heridas.
El pastor García decidió dejar Loxicha e ir a la Ciudad de México, pero dejó a un voluntario cristiano que era panadero para predicar el Evangelio en la comunidad mientras enseñaba a la gente a hornear pan.Sin planearlo, un día García tuvo que regresar a Loxicha, siguiendo el llamado de Dios. “Regresé de la Ciudad de México a mi ciudad natal. Nunca pensé que volvería. Tenía otros planes, pero Dios me trajo de regreso a predicar aquí en Oaxaca”, dijo.
“Prediqué a personas en más de 100 aldeas, sufrí persecución, me dispararon y arrestaron por hacer lo que Dios me pidió que hiciera. Pero valió la pena, porque muchas personas aceptaron a Cristo y ahora son salvas”, dice el pastor. Actualmente, las guerrillas del Ejército Revolucionario Popular (EPR) controlan todas las áreas del municipio de Loxicha. Los pastores y otros líderes de la iglesia deben tener cuidado con la forma en que realizan el ministerio pastoral. “La iglesia cristiana tiene que ser muy sabia para poder vivir entre grupos rebeldes y aún sobrevivir”, concluye.
(*) Con recursos de Portal Guiame
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*Noticia extraída de Impactoevangelistico.net