Gál 5:16 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
Cuando nos convertimos en cristianos, éramos como una cortadora de césped a un tercio de potencia. Podíamos lograr algo, pero no mucho porque no estábamos maduros. Nuestra ambición como cristianos es convertirnos en máquinas que puedan mover la tierra, poderosas para el Señor. Pero ni una cortadora de césped ni un bulldozer puede lograr algo sin gasolina. Y tampoco nosotros podemos lograr nada apartados de Cristo (Juan 15:5) No importa qué tan maduro estés, no puedes producir nada a menos que estés caminando en el Espíritu.
Cuando se trata de elegir entre andar de acuerdo a la carne y andar de acuerdo al Espíritu, nuestra voluntad es como un interruptor. Los nuevos cristianos parecen tener un resorte hacia el comportamiento carnal. Siguen siendo víctimas de la carne bien entrenada que sólo conoce cómo actuar independientemente de Dios. La voluntad de los cristianos maduros tiene el resorte hacia el Espíritu. Ocasionalmente toma malas decisiones, pero está aprendiendo a crucificar la carne y a caminar en el Espíritu diariamente.
Si estás esperando una fórmula mágica o una lista de pasos infalibles para andar en el Espíritu, te frustrarás. En el momento que reduces el andar en el Espíritu a una fórmula o a un ejercicio intelectual, probablemente ya no serás lleno del Espíritu.
El Espíritu Santo es una persona. Nuestro caminar con Dios es una experiencia personal, no una fórmula legalista o mecánica. Vemos la inmoralidad o la indulgencia carnal por todas partes, pero simplemente predicar en contra de ello y decirle a la gente que se comporte, no es la respuesta de Dios. La ley no tiene el poder de dar vida (Gál 3:21) Volver a introducir la ley a los creyentes no funcionará. Pero si aprendemos a caminar en el Espíritu, no realizaremos los deseos de la carne. Animemos a otros a hacer lo mismo.
Por Neil Anderson
ORACIÓN
Señor deseo ser paciente con otros en su andar por fe así como Tú eres paciente conmigo. Ayúdame a tener una actitud amable y gentil para con otros, en el nombre de Jesús, amén.