Con el título “Cristo llegó al Caribe con el sexo cambiado y cobrando en dólares”, el medio digital venezolano Armando.info ha publicado un extenso reportaje en el que relata cómo una cubana, viuda de un predicador puertorriqueño, ahora dice ser la esposa de Dios.
Tiene creyentes: cerca de 300 sólo en Venezuela. De este país y otros de la región envían diezmos en su nombre, que en realidad llegan a una empresa de telecomunicaciones en Houston, Texas. Pero la deidad no es avara: ha dicho a sus fieles que paguen impuestos.
Reproducimos a continuación la primera parte del reportaje sobre la secta “Rey de Salem”, el nuevo nombre con el que se conoce a la anterior “Creciendo en gracia”. Está firmado por Cristina González y Erick Lezama, con la colaboración de de Juan José Faría como corresponsal desde Miami.
Lo primero que se observa al entrar a este salón –amplio, sin ventanas– es la imagen de un globo terráqueo marcado, en rojo, con un 666. Las personas que van llegando de a poco a este lugar –la mezzanina de un edificio gris ubicado entre las calles Santo Tomás y Porvenir de la parroquia La Candelaria, al centro norte de Caracas– llevan tatuado, en diferentes formatos, el mismo número: el 666 en la muñeca, el 666 en el hombro, el 666 en el tobillo, en el brazo, en el antebrazo. También una M y una L, con coronas encima.
Cae la fría tarde del miércoles 13 de enero de 2016. El techo es blanco y las paredes son crema. Hay sillas –blancas y de plástico– ordenadas. Al fondo hay un púlpito, y al lado, una pantalla blanca sobre la que un proyector estampa la imagen de una mujer cubana que, con un marcado acento de Miami, ha dicho y dirá:
– Yo soy Cristo.
De ella no se explicará mucho más.
Rey de Salem es un culto derivado de la antigua congregación Creciendo en Gracia, que dirigía desde los años ochenta el puertorriqueño José Luis De Jesús Miranda, hoy fallecido. Los promotores y seguidores se apoyan en “evidencias” bíblicas, que consisten en interpretaciones de aparentes rasgos femeninos en las referencias a Jesucristo. Consideran que la crucifixión, entonces, fue un acto de violencia de género: el asesinato de una mujer, que estaba embarazada.
Y aseguran que Cristo, en persona, ha vuelto a la tierra: Lisbet García De Jesús. Cubana, 43 años, residente en Estados Unidos, viuda de un líder religioso internacional; es casi lo único que se conoce. Su vida está cubierta con un velo de misterio y, sin embargo, arrastra a cientos de seguidores alrededor del mundo.
“El mundo ha desconocido el Orden de MelquisedecLisbet, en el que Dios no es un ser aislado y masculino, sino el esposo de un ser de idéntica soberanía a él”. El mensaje aparece en la página web de esta organización impulsada en Estados Unidos desde 2013, y cuya creencia diferencial es la de que las religiones tradicionales ocultaron por siglos la verdad sobre Cristo: no era hombre sino mujer; no era hijo de Dios sino su esposa. Y que Dios, a su vez, es “dos en uno”: él –cuyo verdadero nombre sería Melquisedec– y su pareja Cristo –que se llamaría Lisbet–. Por eso, ella se hace llamar “CristoLisbet”.
– ¿Cómo llegaron a esas deducciones de la Biblia?
– Nos lo ha explicado ella misma en sus videos.
Ircia Fermín –de Caracas, 23 años– responde a la pregunta con una sonrisa. Ella misma contactó a los periodistas para dar a conocer las controversiales nuevas: “Necesito ver la posibilidad de encontrar puertas para llevar esto a los medios. Jamás el mundo había experimentado lo que hoy sucede, los misterios revelados y las mentiras destapadas”, dice el mensaje de texto que envió para solicitar el encuentro.
Rey de Salem tiene una página web, una televisión, una radio, así como también –desde finales de 2015– espacios en emisoras y diarios de distintos países de América. En Estados Unidos hay grandes vallas con la imagen de “CristoLisbet”. Les dice a sus seguidores que con sólo escucharla estarán a salvo, porque ella es la resurrección.
Pero ese contacto sólo es posible a través de videos, en los que habla por no más de 25 minutos. Son publicados en Internet, producidos desde un estudio en Houston, Texas –al suroeste de Estados Unidos– y proyectados dos veces por semana en las 193 sedes de la congregación, distribuidas en 21 países de América y Europa. Muchos la ven, pocos la conocen.
– ¿Quién era ella antes de presentarse como Cristo?
– Sólo sé que era la esposa de José Luis.
– ¿Y qué se sabe de su vida?
– No mucho, creo que es contadora y tiene una hija. Debe llevar una vida normal.
Cuando llegan los bendecidos –como se llaman entre sí quienes pertenecen a este credo– se saludan deseándose “la mejor tarde” y con un gesto: llevan a su frente los dedos índice y medio, y luego los bajan. Parece el saludo militar, pero es menos rígido. Se acostumbra desde los tiempos de Creciendo en Gracia y significa que la doctrina se ocupa de la mente, no de la carne.
La sede principal de Rey de Salem en Venezuela está a varias cuadras del casco histórico de La Candelaria. Las calles Santo Tomás y Porvenir son solitarias, están llenas de basura y los negocios vecinos bajan las rejas de seguridad –las santamarías, como se les conoce en Venezuela con espíritu también devoto– antes de caer la noche.
Nadie que pase frente a este edificio podrá sospechar que aquí un grupo de personas se reúne para escuchar y alabar a quien, según ellos, es Cristo en su segunda venida: no hay un aviso que indique que acá funciona un credo religioso. Si alguien vio el lunes 11 de enero de 2016 en Últimas Noticias –el diario de mayor circulación del país– la publicidad en la que apareció Lisbet –a página completa, a color–, y averiguó la dirección para conocer más sobre esta creencia, probablemente pase por acá y siga de largo.
Son las 6:15 de la tarde y comienza, como cada miércoles y domingo, el servicio que llaman “manjar” o “maná fresco”. Cada sesión consiste en la transmisión de un video pregrabado. En la pantalla aparece una coletilla, en la cual un presentador de voz grandilocuente, la anuncia: “Ella es la que venció el engaño de la mente carnal. CristoLisbet, con su aparición, sacó a la luz la vida y la inmortalidad, es la transformación”. Y entonces los presentes, de pie, repiten a coro el lema que los identifica: “Por Melquisedec, por Melquisedec CristoLisbet, por nuestra Madre y por nuestro Padre. Amén, aleluya”.
Antes de que Lisbet aparezca en pantalla, hay unos minutos de alabanza: mientras suenan canciones en diferentes ritmos –balada, cumbia, reggaetón–, en la pantalla se proyectan las letras, como en un karaoke, y los fieles aplauden y cantan.
Yrcia Laya –presidenta de una empresa familiar de confección de uniformes médicos– es parte del grupo. Permanece de pie al lado de sus hijos, Ircia Fermín y José Fermín –estudiante de música ella; y de diseño de modas, él–. Hace una semana, en un café, explicaban para este trabajo, con más de diez cuartillas en mano, sus evidencias bíblicas de que Cristo es, y siempre fue, mujer. “Nuestra madre ha establecido un orden y es a partir de 2015 que nos ha permitido dar su mensaje y hablar con periodistas”.
Los Fermín Laya habían sido católicos, protestantes, mormones. Yrcia Laya no pudo precisar cuántos años llevaban ella y su familia en Creciendo en Gracia. Dijo que eran tantos que ya ni recuerda. Cuando se unió, vivía en Valle de la Pascua (estado de Guárico, al norte de los llanos venezolanos) y estaba aburrida.
– En ese momento éramos evangélicos y para ellos todo era un pecado. Si uno echaba una bailadita, entonces ya iba para el infierno. Yo estaba allí pero no creía en eso. No era feliz. Recuerdo que hablaba con Dios y le decía: “Oye, Dios, esto que llaman evangelio no creo que sea tu verdad, porque es pura hipocresía”.
Tenía dos o tres meses pensando en eso cuando su esposo, al llegar de un viaje exprés a Caracas, le contó la historia de un hombre que decía ser un apóstol. Ella al principio no le prestó mucha atención, pero sintió curiosidad: buscó más, leyó más y creyó.
– Estar aquí, recibir este aire frío, no era algo que yo podía hacer, porque sufría de una sinusitis terrible, ahora mira cómo puedo respirar, dijo Yrcia en el café. Un día nuestra madre nos dijo: “Tírense de cabeza”, y yo le hice caso: boté en la basura todos los medicamentos. Y mira, ella me sanó.
Todo comenzó en 1986, cuando José Luis De Jesús Miranda fundó, en un almacén de Miami, Florida, la “iglesia” Creciendo en Gracia. Primero, en 1991, se presentó como una figura divina, llamada “El Otro”, destinada a preparar el regreso de Cristo. Desde entonces, su iglesia comenzó a ganar seguidores en varios países de habla hispana, como Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala y Venezuela. Después, en 1998, aseguró ser la reencarnación del apóstol Pablo, hasta que en 2004, en Venezuela, durante una cumbre del credo celebrada en el Hotel Hilton de Caracas (hoy, Alba Caracas), se autoproclamó Jesucristo.
Antes, según sus propias declaraciones, había sido católico, pentecostal y bautista; y llevó una vida de delincuente –adicto a la heroína, delitos de robo, encarcelamiento–, hasta que, a principios de los setenta, habría tenido una visión celestial. “Me tomó tiempo para aprender, pero soy lo que esperaban y lo que han estado esperando durante 2.000 años”, “el espíritu que hay en mí es el mismo espíritu que estaba en Jesús de Nazaret”, “hoy acuso públicamente que todas las religiones han mentido al mundo”, afirmaba mientras ganaba fama.
En 2007 –ya popularmente conocido como “Papi”, y con seguidores en más de 25 países, una página web, un canal en Colombia– cambió de nuevo su identidad: dijo ser el Anticristo. Adoptó la cifra 666 como su sello y predicó la inexistencia del pecado y del diablo. Prometió que él y sus adeptos alcanzarían la inmortalidad en junio de 2012; que atravesarían paredes y tocarían el fuego sin quemarse. Sin embargo, al año siguiente, en agosto de 2013, los medios comenzaron a reportar su fallecimiento por cirrosis hepática en un hospital de Sugar Land, en Texas.
Entonces, sus colaboradores más cercanos lo negaban, pero una de sus ex esposas, Josefina Torres –una reconocida presentadora de televisión colombiana–, confirmaba la noticia. “Lo amé, pero dañó su cuerpo con tanta tomadera y drogas”, dijo al periodista peruano Jaime Bayly. Fue tres meses después cuando Creciendo en Gracia lo informó.
Para el momento de su fallecimiento, continuaba casado con su tercera esposa, Lisbet. Al tercer día de su muerte, ella apareció en un vídeo diciendo que José Luis había resucitado en su mente y le había revelado el nombre de Dios. Al poco tiempo, otra vez tras las cámaras, dijo que ella era Cristo. Al otro extremo del mundo, ya había ocurrido una historia similar: en Corea del Sur, tras la muerte del fundador de la Iglesia de Dios (Ahn Hong-Sahng), su esposa, Zhang Gil-Ja, se autoproclamó como la Madre Espiritual.
En la era de Lisbet las reglas son distintas. José Luis predicaba con soltura en escenarios, cumbres mundiales, giras, entrevistas con periodistas. Ella sólo habla a través de las producciones audiovisuales. Armando.info intentó contactarla. Uno de sus colaboradores en Estados Unidos negó la posibilidad de que ella concediera una entrevista, pero aseguró que respondería un cuestionario a través de un vídeo. Hasta la publicación de este trabajo no ha habido respuesta. La promoción de Lisbet la hacen otros.