1 Juan 1:6-10 Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.
Los verdaderos creyentes son sensibles a su pecado y lo confiesan.
A lo largo de las Escrituras, la luz es usada como una metáfora de la verdad, tanto intelectual como moral (Salmo 119:105, 130, Prov. 6:23) Cuando el apóstol Juan escribe “Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él” (1Juan 1:5) está diciendo que el Señor es absolutamente sin pecado ya que la luz y la oscuridad no pueden coexistir.
Algunos dicen tener comunión con Dios (v6), que no han cometido pecado (v8) y aún nunca haber pecado (v10) pero están viviendo en tinieblas, es característico para los incrédulos no darse cuenta del pecado en sus vidas. Pero eso no es verdad para los creyentes genuinos. Ellos tienen un sentido real, ellos andan en luz como Él está en luz (v7) y confiesan sus pecados (v9) Los verdaderos creyentes saben que si quieren tener comunión con Dios, necesitan confesar sus pecados y volverse a Cristo como su Abogado ante Dios (2:1)
El apóstol Pablo era muy sensible a la realidad del pecado en su vida (Rom 7:14-25) ¿Qué hay de ti? ¿Estás consciente de la batalla espiritual que se lleva a cabo en ti? ¿Te das cuenta de que debes vivir en santidad para tener comunión con Dios? ¿Estás dispuesto a confesar y abandonar cualquier pecado en tu vida? ¿Te das cuenta de que puedes decidir no pecar? ¿Te has cansado de pelear con el pecado en tu vida? (Rom 7:24) Si estas cosas son verdaderas en ti, regocíjate en la seguridad de tu salvación.
Por John MacArthur