VENEZUELA. – Venezuela ha sufrido una gran caída desde 2014, con la escasez de alimentos, medicinas y artículos básicos. Las organizaciones internacionales de derechos humanos advierten que la situación del país es muy grave. La catástrofe de dimensiones incalculables ya causa hambre y desnutrición en la nación.
Las iglesias evangélicas no escapan de esa crisis. Con los problemas humanitarios, hay cada vez menos cristianos frecuentando los cultos.
Al mismo tiempo, hay muchas organizaciones evangélicas internacionales queriendo ayudar a los venezolanos con el envío de medicamentos y alimentos en grandes cantidades, pero encuentran dificultades impuestas por el gobierno. El mes pasado, pastores fueron detenidos por distribuir artículos de primera necesidad.
Esta crisis en Venezuela ha sido ampliamente documentada, miles de venezolanos están dejando el país. Los que permanecen necesitan luchar contra el hambre, las enfermedades y la falta de recursos. La venta de alimentos es racionada y algunos artículos como el azúcar y el papel higiénico, por ejemplo, desaparecieron de los estantes.
Además, la reducción drástica del suministro de agua, electricidad y de las unidades de transporte, dificulta la ida de las personas a la iglesia. Sin contar que los pastores encuentran dificultades para adquirir terrenos y constituir sus templos, por cuenta de una política que discrimina a aquellos que no apoyan el régimen de Nicolás Maduro.
Según el “Viceministerio de Política Interior y Seguridad Jurídica” del gobierno venezolano, existen en el país 15.017 iglesias evangélicas. Los católicos son mayoría, pero suman sólo 247 iglesias, además de 93 fundaciones benéficas y 142 congregaciones.
Cristianismo sofocado
Las últimas noticias ilustran un escenario religioso amenazado, ya que el actual gobierno tiene la tendencia de abrirse más al islam, por influencia de socio del régimen de Maduro, como Irán y Turquía.
La ayuda humanitaria desde el exterior no siempre es aceptada por el gobierno. Después de que una gran cantidad de medicinas donada por Cáritas, una organización católica de Chile, fue confiscada, el año pasado, nadie más se atreve a correr riesgos.
La Iglesia como institución ha exigido al gobierno nacional que tome las medidas económicas necesarias y que abra un canal humanitario antes de que se pierdan más vidas.
Como los trabajos sociales de todas las denominaciones en Venezuela fueron afectados, tanto por la falta de donaciones por parte de los fieles, cuando por la pésima fase que enfrenta el país, los cristianos venezolanos intensificaron sus oraciones para que Dios cambie la situación del país.
Con información Comibam