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ERASMO DE ROTTERDAM: El humanista que encendió la Reforma

Por: Mendoza Daniel
Fecha:  Martes, 19 de mayo del 2020 ID: 201700003741

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Erasmo nació como un hijo ilegítimo de un sacerdote holandés y de la hija de un médico. Vivió en busca del conocimiento, en busca de la piedad, enamorado de los libros y oprimido por el miedo a la pobreza. En el camino, sus escritos y erudición comenzaron un terremoto teológico que no se detuvo hasta que la cristiandad de Europa occidental se dividió.

Nacido en Rotterdam, huérfano de la peste, Erasmo fue enviado inicialmente a la escuela capitular de St. Lebuin, que enfatizaba en el aprendizaje clásico y en las humanidades. Pero luego fue llevado a una escuela dirigida por los Hermanos de la Vida Común. Allí absorbió el énfasis de una relación personal con Dios pero le repugnaban las severas reglas de la vida monástica y la actitud de los teólogos intolerantes.

Pero era pobre, y tanto a él como a su hermano no les quedaba otro camino que la vida monástica; Erasmo entonces decidió unirse a los agustinos. Quería viajar y ganar algo de espacio académico. Y tan pronto como fue ordenado sacerdote en 1492, lo hizo, convirtiéndose en secretario del obispo de Cambrai, quien lo envió a París para estudiar teología.

Odió estar allí también. Los dormitorios olían a orina, la comida era mala, los estudios mecánicos y la disciplina brutal. Pero pudo comenzar una carrera como escritor y viajero que lo llevó a la mayoría de los países de Europa. Aunque a menudo se quejaba de su mala salud, se sentía impulsado por el deseo de buscar a los mejores teólogos de su época. En un viaje a Inglaterra en 1499, se quejó de la mala cerveza, la barbarie y el clima inhóspito, pero también conoció a Tomás Moro, con quien entabló una amistad por el resto de su vida.

En el mismo viaje escuchó a John Colet enseñar las Escrituras de forma clara y profunda, no las capas de comentarios que había estudiado en París. Colet alentó a Erasmo a convertirse en un estudioso de los textos clásicos del cristianismo y a estudiar las Escrituras como los Padres de la iglesia, no como los escolásticos.

La relación de Erasmo con la teología escolástica fue muy difícil. Siempre pensó que los escolásticos le habían arrancado al cristianismo su verdadera identidad, y para comprobarlo se dedicó al estudio de los clásicos y del Nuevo Testamento en su idioma griego original, idioma que llegaría a dominar como pocos en su tiempo.

El resultado fue la obra más importante que le legó al cristianismo: una edición del Nuevo Testamento en griego original, llamada Textus Receptus, publicada en 1516. El nombre Textus Receptus se le asignaba a la sucesión de textos impresos griegos del Nuevo Testamento, de los cuales los más antiguos databan de aproximadamente el siglo décimo.

El Textus Receptus es muy importante, ya que constituyó la base de traducción para la Biblia alemana original de Martín Lutero, la traducción del Nuevo Testamento al inglés de William Tyndale, la versión Reina-Valera en español y la mayoría de las traducciones del Nuevo Testamento de la época de la Reforma a lo largo de toda Europa.

La edición publicada por Erasmo, fue acompañada de notas de estudio y una traducción al latín, corrigiendo al menos 600 errores de la Vulgata Latina de Jerónimo.

Dos de los elogios más notables del trabajo de Erasmo vinieron del Papa León X y de un monje alemán llamado Martín Lutero.

Antes de ese punto de inflexión, Erasmo se había hecho famoso por otros escritos, como El elogio de la locura, que había sido publicado en 1511.

Su traducción del Nuevo Testamento también le dio fama. Esto y sus ataques a la iglesia llamaron la atención de Lutero, quien le escribió pidiendo apoyo.

Lutero y Erasmo nunca se conocieron, pero sus causas se entrelazaron. Los enemigos de Erasmo lo acusaron de inspirar a Lutero. Y de hecho, Erasmo encontró mucho de lo que le gustaba en los escritos del alemán, describiéndolo como "una poderosa trompeta de la verdad del evangelio". Reconoció que Lutero tenía razón en sus opiniones, pero, añadió que había cometido dos errores graves, atacar la tiara papal y el vientre de los monjes.



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1 Tesalonicenses 1:10 (RVR 1960)

Y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.


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