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Antes de cumplir los doce años John Gibson Paton tuvo que dejar la escuela para empezar a trabajar en casa. Sin embargo, en sus tiempos libres aprovechaba para leer la Biblia.
Fue ordenado ministro en 1858, se casó y 14 días más tarde partió para el Pacifico Sur. Después de una travesía larga y agotadora, John y su esposa finalmente llegaron a Tanna, un territorio habitado en ese momento por caníbales.
Su primer reto fue construir su casa sobre las ruinas de la casa del anterior misionero que había sido comido por los caníbales. El 12 de febrero de 1859 nació su primogénito y tan sólo 19 días después su esposa Mary murió de fiebre tropical. Quince días más tarde, su hijo también dejaría de existir y se quedaría solo.
Las tribus isleñas tenían prácticas muy violentas, cuando moría un hombre, mataban a la esposa para que ésta le sirviera en la vida próxima. Cuando había guerras o peleas entre ellos, los victoriosos cocinaban y comían a los perdedores. John se preguntaba cómo iba a evangelizarlos, pero continuó con su trabajo arduo.
Luego de varios años y de estar en riesgo de ser asesinado y comido por las tribus varias veces, su trabajo tuvo un gran éxito. Con el tiempo, se crearon en la región iglesias, casas para huérfanos y escuelas.