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Devocional: El cuidado protector de Dios

Por: Mendoza Daniel
Devocional: El cuidado protector de Dios
Fecha: Jueves, 12 de octubre del 2017 ID: 201700001159

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Salmo 91:1-2 El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré.

El primer versículo del Salmo 91, una canción sobre la lucha contra las fuerzas del mal, establece el marco para todo lo que sigue. Así que examinemos estas dos líneas.

Protección en medio del mal.

No debemos olvidar que los creyentes en el Señor Jesucristo no son quitados de la presencia de la maldad. De hecho, nuestro Salvador oró específicamente: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal” (Juan 17:15) Mientras que es difícil entender la razón, Dios ha planeado que continuemos viviendo en un mundo hostil, malvado, en un sistema no cristiano. Deliberadamente no nos quitó de la atmósfera de la hostilidad. En cambio, Él ha prometido cuidarnos en medio del conflicto. Él no está interesado en que nos aislemos, que nos escondamos como ermitaños en una cueva, sino en que vivamos valientemente en las líneas del frente en medio de un ambiente malvado.

Para que podamos disfrutar de sus beneficios, debemos vivir a la luz del Salmo 91, que usa la analogía y la metáfora para transmitir verdades espirituales. El secreto de la supervivencia es habitar al abrigo del Altísimo, a la sombra del Omnipotente.

La palabra habitar en el Salmo 91:1 es traducida del hebreo “yashav” que significa permanecer, sentar, habitar. El término transmite la idea de permanencia. El verbo habitar es usado figurativamente para decir: vivir en comunión consciente con, sacar fuerza diaria de. De la misma forma que alguien puede vivir de la tierra, nosotros somos animados a sacar nuestras necesidades de Dios. Esto requiere una actitud de consciencia continua de la presencia de Dios y de su involucramiento.

La idea se desarrolla más allá con el término “abrigo” en el verso 1. Esta palabra original es “sathar” que significa cubierta, escondite, refugio. Un grupo de soldados capturados tras las líneas enemigas necesitan encontrar un lugar dónde descansar que esté escondido de la vista y por lo tanto seguro del enemigo. El Señor se dice ser nuestro refugio, donde podemos encontrar seguridad y descanso.

Antes de seguir, déjame enfatizar que el Salmo 91 está escrito para los que habitan. Promete libertad y protección, no para todos, sino para los que habitan, aquellos que toman diariamente fuerza de su Señor, que tienen una comunión íntima y cercana con Él. ¡No olvides eso!

Se nos dice en la última parte del verso 1 que mientras se mantiene esta relación cercana, moraremos bajo la sombra del Omnipotente. Venimos ante un término hebreo diferente traducido como “morar”, es “lun” que significa detenerse para pasar la noche, quedarse permanentemente. Transmite un descanso periódico o pararse para alojarse.

¿Qué dice el verso 1 realmente? Simplemente esto: si nosotros que conocemos al Señor Jesucristo habitamos en comunión consciente con Él (confesando nuestros pecados y abandonándolos, y caminando momento a momento en dependencia de Él) disfrutaremos de los beneficios de vivir bajo Su cuidado protector en aquellas ocasiones cuando necesitemos descanso y alojamiento. Si mantenemos nuestro caminar con Él, podemos contar con Él y Su liberación cuando las cosas se pongan difíciles.

La canción continúa desarrollando la idea de seguridad y refugio de los ataques de Satanás con imágenes de guerra.

Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. V (2)

Un refugio es un lugar de descanso. Un castillo es un lugar de defensa. Nota que no dice que el Señor proveerá estas cosas. Dice que el Señor es estas cosas. Es por ello que nuestra morada en Él es esencial, es en Él solamente que encontraremos descanso y defensa. Toma tiempo para considerar la última palabra del verso 2: “confiaré” es una traducción del mismo término encontrado en Proverbios 3:5

“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia”

Esto llama a una confianza total. Un trabajador de la construcción esta cuarenta pisos sobre la calle de la ciudad y depende de un elemento de amarre que lo mantiene de caerse si pierde el equilibrio. Él confía que el cable y el arnés lo aguantarán en una emergencia. Él debe poner completa confianza en su equipo de seguridad. Ese es el tipo de confianza que nuestro Señor quiere de nosotros.

Por Charles Swindoll

Este artículo está bajo una licencia de Creative Commons.

1 Corintios 10:23 (RVR 1960)

Todo me es lícito, pero no todo conviene;todo me es lícito, pero no todo edifica.

Palabras Claves: Charles Swindoll Reflexiones

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