Tabita Thami es la hija menor de sus padres. Es de origen hindú. Conoció a Cristo cuando visitó la iglesia por primera vez, mientras llevaba a su amiga a la iglesia para que orara por su curación, ya que se encontraba mal mentalmente y sentía que estaba bajo un ataque demoníaco.
Cuando Tabita escuchó el evangelio, aceptó a Jesús como su salvador personal en su vida.
A partir de entonces, fue perseguida por sus padres y su hermano. Fue torturada mentalmente y abusada verbalmente por sus padres y hermano. No se le permitía tocar las cosas de la casa. Su hermano la amenazaba constantemente para que abandonara la casa o renunciara a su fe. Tampoco le permitía orar ni leer la Biblia. Cuando la encontraba leyendo la Biblia, su padre la tiraba.
A pesar de la persecución, se mantuvo firme en su fe. Compartió el evangelio con su hermana, que más tarde aceptó a Cristo en su vida. Entonces su familia dejó de apoyarla económicamente. Así que trabajó en una plantación de té para mantenerse. A pesar de ello, la torturaban continuamente mentalmente y le hacían la vida difícil. Un día, su hermano le tiró madera ardiendo para golpearla, pero Dios la salvó de un mal incidente. Ese día, la obligó a abandonar la casa. Los aldeanos también se reunieron contra ella y provocaron a su familia para que la expulsaran. Así, fue expulsada de la casa junto con su hermana.
Después, se fue a otro lugar y se refugió en la iglesia durante algunos meses. Más tarde, los pastores le consiguieron una habitación y por eso vive lejos de su familia. Su familia no se ha puesto en contacto con ella desde el día que marchó de casa. A veces, su madre la llama y le dice que renuncie a su fe y vuelva a su religión original.
A pesar de la persecución, se mantiene firme en su fe. Dice que, siendo cristiana, vale la pena soportar la persecución, como dice la Biblia en Mateo 5:10. Se siente alentada por Juan 16:33. Cuando se siente desanimada, ora. Dice: "La oración es la parte más importante de la vida cristiana. Es la única arma que hace posible lo imposible".
Como Tabita no tiene ninguna habilidad ni tampoco educación superior, le resultaba difícil su vida diaria. Por ello, se la apoyó para que recibiera formación en salón de estética. La formación sigue adelante. Está agradecida por el apoyo.
"Estoy segura de que tendré las habilidades que me ayudarán a sobrevivir en cualquier situación. Una vez terminada la formación, aplicaré mis conocimientos en las actividades de la iglesia. Durante las bodas en la iglesia, puedo ocuparme del maquillaje de la novia, lo que ahorrará tiempo y dinero. También puedo formar a las mujeres de la iglesia en tareas relacionadas con los salones de belleza para que puedan encontrar trabajo en ellos. Esto hará que la iglesia sea fuerte económicamente también. Así que estoy agradecida a Dios, que mantiene a las personas adecuadas en el lugar adecuado para ayudar y animar a los creyentes como yo, y también me gustaría mostrar mi gratitud hacia la organización".
*Noticia extraída de Puertasabiertas.org