Eclesiastés 4:4 He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.
Vivimos en una sociedad que se enfoca en más y mejor. Queremos sobresalir entre nuestros vecinos, amigos, compañeros de trabajo… cualquiera. Comparamos qué casa es más grande, qué esposo es más atento, cuáles hijos son mejor portados, quién tiene un mejor coche, quién es más delgado, quién gana más… acumula envidia y puede volverse en malicia.
En el antiguo testamento vemos una historia de envidia. Es la historia de José quien recibió un saco de colores brillantes de su padre. Debido al favor de su padre, la Biblia dice que sus hermanos lo odiaron, de hecho, su envidia estaba tan fuera de control que un día hicieron un complot para matarlo, lo terminaron vendiendo a unos mercaderes que se lo llevaron a Egipto. Ya no había necesidad de estar celoso, el problema había sido resuelto, José se había ido. Ya no podía ser más el favorito de su padre. Ahora, puedes decir: “yo no he hecho nada tan malo” quizá no, pero la envidia puede jugar muchos papeles cuando se le permite.
La envidia ocasionó que los hermanos de José lo odiaran y luego planearan deshacerse de él para obtener lo que querían… más atención de su padre. La gente muchas veces es llevada por la envida, en lugar de disfrutar las bendiciones y regalos que tenemos, el enfoque está puesto en lo que no tenemos. Comenzamos a ver a otros, queriendo tener lo que ellos tienen: sus vacaciones, su casa, su familia, su trabajo, etc. en lugar de contentarnos con lo que hemos recibido, simplemente queremos tener tanto como la otra persona.
La envidia comienza poco a poco y luego crece, así que descúbrela pronto antes de que te pierdas en ella y pierdas el control. Puedes tomar los siguientes pasos:
1. Reconócela, pídele al Señor que te muestre cuándo has sido envidioso en tu vida para que puedas comenzar a deshacerte de ella.
2. Pídele perdón a Dios, Dios es el dador de todas las cosas, en el corazón del que envidia está la mentira de que Dios te debe algo.
3. Celebra a otros, una de las mejores maneras de combatir la envidia es celebrar con otros cuando tienen éxito.
El sabio rey Salomón comprendió que una vida llevada por la envidia no tiene sentido y es como perseguir al viento. Que nosotros también recibamos la sabiduría que necesitamos para comprender los peligros de la envidia y la fortaleza para echarla fuera de nuestras vidas.
ORACIÓN
Padre, quiero darte las gracias por todo lo que tengo, ya que lo he recibido de tu mano, enséñame a apreciar las cosas que me das y a no envidiar a las demás personas. Quiero ser una persona sabia y feliz. Gracias por tu amor, en el nombre de Jesús. Amén.