Lucas 2:4-5 Como José era descendiente de David y vivía en Nazaret, que era una ciudad de Galilea, tuvo que ir a Belén, la ciudad de David, que estaba en Judea, para inscribirse junto con María, que estaba desposada con él y se hallaba encinta.
Para María debe haber sido difícil viajar estando embarazada de nueve meses. Para ir de Nazaret a Belén hay dos caminos. Pero el más corto, de setenta millas, tiene muchas colinas, por lo que probablemente fueron por el camino más largo y sin colinas, que añadía otras veinte millas.
No es fácil caminar tanto. Y, a pesar de todas las tarjetas y escenas de Navidad que muestren lo contrario, no tenemos razón para creer que María haya tenido un burro en el cual montar. Con burro o sin burro, el viaje debe haber sido agotador.
Me pregunto qué llevó a María a hacerlo. Es cierto que José tenía que registrarse, pero María bien podía haberse quedado a tener el bebé en su propia casa con la ayuda de familiares y vecinos, lo cual suena mucho más cómodo, y ni que hablar de mucho más seguro.
Pero si lo hubiera hecho, Jesús no hubiera nacido en Belén. Y Dios había prometido muchos años antes a través del profeta Miqueas, que el Mesías habría de nacer en Belén y no en otro lugar.
¿Acaso María fue con José porque recordó eso? Quizás. O quizás porque quería estar con su esposo, lejos de los familiares y vecinos criticones que se preguntarían cómo era posible que diera a luz tan pronto.
Sea como fuera, Dios se encargó de que Jesús naciera en Belén. Dios siempre cumple sus promesas, aun cuando tenga que hacer que un emperador romano convoque a un censo que afecte una gran parte del mundo… aun cuando tenga que ir en contra de las leyes de la naturaleza para que una virgen tenga un bebé… aun cuando signifique enviar a su propio Hijo a este mundo lleno de sufrimiento y muerte para que podamos ser adoptados como hijos suyos.
Y si Dios hizo todo eso para cumplir su promesa en el pasado, ¡podemos confiar en que va a cumplir sus promesas para nosotros hoy!
ORACIÓN: Padre, gracias por prometer vida eterna a todos quienes confían en tu hijo Jesús. En su nombre. Amén.