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Devocional: Preocupación

Por: Mendoza Daniel
Devocional: Preocupación
Fecha: Lunes, 11 de enero del 2021 ID: 202100000027

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Mateo 1:20 Mientras José reflexionaba al respecto, un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu mujer, porque tu hijo ha sido concebido por el Espíritu Santo”.

Un ángel del Señor le dijo a José que no temiera recibir a María como esposa. A primera vista esto nos suena raro, porque ¿de qué tenía que temer José?

De varias cosas. Por un lado, estaba el tema del Niño. Por ser el primero, sería el heredero de José aun cuando no era su hijo sanguíneo, y eso a algunos hombres no les gustaba. También estaba el tema del comportamiento de María—¿sería una esposa fiel de allí en adelante? Y quizás hasta se haya preguntado qué iban a decir los vecinos. Porque si se enteraban de que José no era el padre, la vida no iba a ser fácil; y si no se enteraban, pero se daban cuenta que el bebé nacía al menos tres meses antes de lo debido también habría problemas, ya que un embarazo antes de tiempo era una vergüenza. Sin lugar a dudas, todas esas preguntas pasaban por la mente de José cada vez que se iba a dormir.

Nosotros también nos hacemos preguntas parecidas. ¿Estoy haciendo lo correcto? ¿Y si me equivoco? ¿Será que su salud está empeorando? ¿Debería hablar con él de ese problema? ¿Qué va a suceder ahora?

Pero Dios interrumpió la preocupación de José con su propia fuerza y consuelo: “… no temas… porque tu hijo ha sido concebido por el Espíritu Santo”. En otras palabras, Dios le dijo que se estaba haciendo cargo de su situación.

Y Dios nos dice lo mismo a nosotros hoy. “El Señor va delante de ti. Él estará contigo, y no te dejará ni te desamparará. No temas ni te intimides” (Deuteronomio 31:8). Ese mismo Niño que causó tanto temor a José, es la razón por la cual nosotros tampoco debemos temer. Él es Emanuel, “Dios con nosotros”, y nunca nos abandonará. A través de su muerte y resurrección, nos ha hecho parte del pueblo amado de Dios.

ORACIÓN: Querido Salvador, cuídanos y mantennos siempre bajo tu amparo, y ayúdanos a no temer, sino a confiar en ti. Amén.

Este artículo está bajo una licencia de Creative Commons.

Salmos 25:6-7 (RVR 1960)

Acuérdate, oh Jehová, de tus piedades y de tus misericordias, que son perpetuas. De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes; conforme a tu misericordia acuérdate de mí.

Palabras Claves: PreocupaciónReflexiones

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