Mateo 2:6 NTV “Y tú, oh Belén, en la tierra de Judá, no eres la menor entre las ciudades reinantes de Judá, porque de ti saldrá un gobernante que será el pastor de mi pueblo Israel”.
Cuando Herodes preguntó a los principales sacerdotes y escribas dónde iba a nacer Jesús, le citaron este pasaje que viene de Miqueas 5. Su mayor preocupación era el lugar—Belén—pero también debería haber notado otra palabra: “pastor”.
¿Qué significa pastorear personas? Significa hacer las mismas cosas que los pastores hacen por sus animales: satisfacer sus necesidades básicas, como alimento y agua, protegerles del peligro y ayudarles cuando están enfermos o perdidos.
Un buen pastor pone el bienestar de sus ovejas por encima del propio. De ser necesario, se quedará velando toda la noche para salvar la vida de una oveja, o caminará durante horas por terrenos escabrosos buscando a una oveja perdida. Un buen pastor ama a sus ovejas y está dispuesto a sacrificar mucho por ellas.
Lo anterior no es una buena descripción de Herodes, el gobernador de Judea en esos tiempos. Más que ayudar a sus súbditos, Herodes les hacía daño. Lo mismo podemos decir de muchos gobernantes de antaño y actuales. Pero un rey nuevo estaba viniendo a Israel, uno que no habría de ser explotador, sino pastor. Jesús, ese niño acostado en un pesebre, crecería para ser el Buen Pastor de todo aquél que confíe en él.
Es una clase extraña de gobernante. ¿Qué clase de rey pasaría tiempo atendiendo a las necesidades de los pobres, enfermos y vagabundos? ¿Qué clase de rey toca a las personas con enfermedades contagiosas y come con los marginados, con aquellos a quienes nadie quiere? ¿Qué clase de rey sufre y muere por el bien de su pueblo, sacrificando su vida para que ellos no sean destruidos, sino que vivan para siempre?
Sólo Jesús es el Pastor-Rey de Israel. Ese Jesús es mi pastor y el tuyo también.
ORACIÓN: Querido Jesús, gracias por ser mi Pastor y mi Rey. Amén.