Lucas 23:8 Pero ustedes no busquen que los llamen “Rabí”, porque sólo uno es el Maestro de ustedes, y ése es el Cristo; y todos ustedes son hermanos.
Al enviarle a Jesús, Pilato le dio a Herodes la oportunidad de algo que éste había deseado durante mucho tiempo: encontrarse cara a cara con él y, con suerte, verlo hacer un milagro. Pero no funcionó: Jesús se negó a hablar. No tenía interés en hacer milagros para Herodes. No era un artista de circo en exhibición. Cuando Herodes se dio cuenta de ello, se enojó. Tanto, que él y sus soldados se burlaron y maltrataron a Jesús.
¿Por qué no lo habrá hecho? Jesús tenía mejores cosas que hacer. Estaba llevando a cabo el plan de Dios para rescatar a la humanidad. Iba camino a la cruz, donde acabaría para siempre con el poder del pecado y la muerte. Nada de esto incluía dar espectáculos para Herodes o para nadie más. Decepcionado, Herodes lo envió de vuelta a Pilato, quien finalmente lo condenó.
Es fácil criticar a Herodes. Pero hay veces en que nosotros también quisiéramos que Jesús hiciera un milagro. A veces, nuestros motivos son buenos: queremos ver sano a un ser querido, o resuelta una situación peligrosa. Pero, otras veces, nuestros motivos no son tan puros. "Haz que mi amigo crea en ti, ¡muéstrale de lo que eres capaz!" Pero Dios no lo hace. Él tiene sus propios planes, y ellos no implican presumir ante las personas que se niegan a creer.
¿Cómo reaccionamos? Podemos hacer como Herodes: rechazarlo, burlarnos y enviar lejos a Jesús. O, con la ayuda del Espíritu Santo, podemos humillarnos y confiar en él, sabiendo que él hará lo mejor. Después de todo, eso es lo que hizo Jesús después de la entrevista con Herodes: continuó su camino de sufrimiento, muerte y resurrección, para poder llevarnos a todos los que confiamos en él a la vida eterna.
ORACIÓN: Querido Padre, ayúdanos a confiar en ti, incluso cuando estás en silencio y tenemos miedo o pena. Amén.
PREGUNTAS DE REFLEXIÓN:
Si pudieras pedirle a Dios un milagro, ¿cuál sería?
¿Cómo reaccionas ante el silencio de Dios?