Efe 6:12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
A veces en el calor de la batalla podemos perder la perspectiva sobre quién es el verdadero enemigo. Efesios 6:12 nos recuerda que nuestra lucha no es en contra de la gente pecadora, sino en contra del sistema del mal y las fuerzas sobrenaturales que influyen en sus actitudes y acciones.
En su ataque contra el Reino de Dios, Satanás ha reunido un ejército altamente organizado de ángeles caídos. Pablo los categorizó como principados, potestades, gobernadores, huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Efe 6:12)
Esa no es una descripción detallada de la jerarquía de Satanás sino simplemente es una indicación general de su poder y sofisticación. Aparentemente los principados y potestades son demonios de alto rango. Fuerzas de esta oscuridad del mundo posiblemente son demonios que se infiltran en diversos sistemas políticos del mundo, intentando dirigir a los líderes humanos para que se opongan a los planes de Dios. Un ejemplo es un demonio llamado el príncipe de Persia en Daniel 10:13. Él se enfrentó al mensajero angelical de Dios enviado a Daniel hasta que el Arcángel Miguel vino al rescate.
Fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestes quizá se refiera a demonios involucrados en las clases más viles y perversas de pecado, inmoralidad bruta, prácticas ocultistas, adoración a Satanás y similares.
Aquellos que rechazan a Cristo y a Dios son prisioneros involuntarios de guerra, capturados y movilizados por el enemigo para lograr sus propósitos. Trágicamente cuando termine con ellos, los abandonará a un infierno eterno.
Probablemente conozcas incrédulos que disfrutan ridiculizar tu fe y te hagan la vida difícil. Aunque eso es difícil de soportar, sé paciente y no te amargues en contra de ellos. Pídele a Dios que te haga un instrumento de Su amor para alcanzarlos. También ora para que Dios quite su ceguera espiritual para que puedan ver más allá de las mentiras de Satanás y reconozcan su necesidad de un Salvador.
Por John MacArthur
