Prov. 19:18 castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza, mas no se apresure tu alma para destruirlo.
Un niño promedio comienza a luchar con su identidad y busca su independencia al acercarse la edad de 12 años. Los padres permisivos comienzan a asustarse cuando el niño asume su identidad y comienza a alejarse. Temiendo lo peor, el padre se vuelve autoritario, apretando los tornillos de la disciplina y restringiendo las actividades del niño. Se produce una lucha de poder con resultados predecibles. El niño se revela y el padre pide asesoría.
El problema de la rebelión, terquedad e hijo desobediente, fue resuelto fácilmente en el Antiguo Testamento: El niño era apedreado por los hombres de la ciudad (Deut 21:18-21). A veces quisiéramos que la disciplina fuera ¡así de sencilla! Sin embargo, este pasaje nos ayuda a entender que aún padres decentes que tratan de ser buenos en la disciplina, a veces tienen hijos tercos y rebeldes ¿Por qué? Porque no eres la única influencia en la vida de tu hijo.
Y para cuando comienza a ir a la escuela ya no eres la influencia predominante. Durante los años formativos del nacimiento a los cinco años, tienes tu más grande influencia. Tu tarea más importante durante ese periodo (especialmente entre las edades de dos y tres) es quebrantar la voluntad de tu hijo sin quebrantar su espíritu. Es entonces cuando debes establecer límites de comportamiento que progresivamente se expandan hasta que el niño está por su cuenta.
Como padres, debemos ayudar a nuestros niños a establecer su relación con Dios para que ellos conozcan lo que significa ser un hijo de Dios. Una vez que se van a la escuela, tú no puedes ir con ellos, pero Dios sí. Si no les ayudamos a establecer su identidad en Cristo, establecerán su identidad en el mundo. Si no les damos un propósito eterno y significado en la vida, establecerán un propósito y significado temporal.
Por Neil Anderson
ORACIÓN
Padre celestial, guarda a mis hijos de mensajes contradictorios y valores incorrectos que les son lanzados en el mundo hoy, en el nombre de Jesús, amén.
