Filipenses 4:4 Regocíjense en el Señor siempre. Y otra vez les digo, ¡regocíjense!
Muchas veces estamos desanimados y tristes, y no encontramos a nadie con quien desahogar nuestras tristezas y dolores. Pero eso no debe ser motivo de desánimo. Por la fe en Cristo, nuestro Salvador, tenemos siempre acceso al hombro del Padre Celestial, quien quiere que derramemos nuestro espíritu delante de él en oración.
Creyendo en las promesas de su Palabra, la tristeza desaparecerá y el consuelo, el alivio y la alegría llegarán. Nosotros también podemos ofrecer nuestro hombro a aquellos que están solos y tristes. Mostremos a las personas el camino, que es Jesucristo. Solamente él comprende los problemas y, en su gracia, tiene la solución para todo.
ORACIÓN: Padre Celestial, gracias por el hombro amigo que siempre tenemos en ti, especialmente en los momentos de tristeza por los cuales pasamos. Dame fuerza para auxiliar a aquellos que necesitan ánimo y alegría. En el nombre de Cristo. Amén.