Lucas 1:34 Entonces María preguntó al ángel: “¿Cómo será esto?, pues no conozco varón.”
A primera vista, las preguntas que María y Zacarías hicieron al ángel que les visitó no parecen ser diferentes. Zacarías pregunta: “¿Cómo podré saber esto?” (Lucas 1:18), mientras que María pregunta, “¿cómo será esto?” (Lucas 1:34).
Zacarías, lleno de dudas, busca pruebas. María, llena de asombro, busca entendimiento. ¿Cómo pudo una joven como ella demostrar tal fe? Indudablemente, el Espíritu Santo había hecho prosperar la enseñanza recibida en su hogar. Cuántas veces habrá escuchado a su madre citar los salmos en sus momentos de oración: “Dame entendimiento, guardaré tu Ley y la cumpliré de todo corazón” (Salmo 119:34).
En la vida de María todo había cambiado. Sin embargo, en vez de pensar en sí misma, ella trataba de entender la voluntad de Dios. Luego de revelarle el plan, el ángel dijo: “Pues nada es imposible para Dios” (Lucas 1:37). Eso era todo lo que María necesitaba escuchar. Entonces su respuesta fue: “Aquí está la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra” (Lucas 1:38).
Esas dos respuestas son el fundamento que necesitamos para responder a todo lo que ocurre a nuestro alrededor. Al enfrentar noticias sorprendentes, como el amor de Dios que estuvo dispuesto a enviar a su Hijo para pagar por nuestros pecados, nosotros también buscamos pruebas o entendimiento. Lo primero se enfoca en nosotros mismos. Lo segundo se enfoca en Dios y su poder.
Que esta época de Adviento evoque un espíritu de oración y arrepentimiento al recordar que Cristo nació en Belén para luego morir por nosotros en la cruz, y que nos motive a aguardar con esperanza su segunda venida, cuando venga a juzgar a los vivos y los muertos. Pues creyendo en él, su venida será motivo de gozo eterno.
ORACIÓN: Dios Padre, gracias por darme la fe que salva. Amén.