Rom 7:4 Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo
La ley no puede castigar a aquellos que han muerto con Cristo.
Es una verdad axiomática que las leyes no se aplican a las personas muertas. Ningún policía daría una multa a un conductor ebrio que murió en un accidente. Tampoco Lee Harvey Oswald fue juzgado por la muerte del Presidente Kennedy, ya que él mismo fue asesinado por Jack Ruby.
En Romanos 7:2-3 Pablo usa el matrimonio para ilustrar esa verdad: “porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive, pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido. Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera, pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera” El Punto de Pablo simplemente es que la muerte termina un matrimonio porque las leyes sobre el matrimonio no aplican a un muerto.
El mismo principio se aplica en el reino espiritual. Debido a que los creyentes han muerto con Cristo (Rom 6:3-7) la ley ya no los puede condenar, ya no tiene ninguna autoridad sobre de ellos. El uso del verbo pasivo de Pablo “habéis muerto” indica que los creyentes no se hacen muertos a la ley, sino que fueron hechos muertos a la ley a través de un acto divino.
La única provisión para pagar la pena que la ley demanda es la muerte del Señor Jesucristo en la cruz. A los corintios Pablo escribió: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Cor 5:21) El apóstol repitió esa verdad en Gál 2:19-20 “porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios. Con Cristo estoy juntamente crucificado y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”
Por John MacArthur