Juan 8:3-5 Los maestros de la ley y los fariseos llevaron entonces a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola en medio del grupo le dijeron a Jesús: ‘Maestro, a esta mujer se le ha sorprendido en el acto mismo de adulterio.En la ley Moisés nos ordenó apedrear a tales mujeres. ¿Tú qué dices?’
Una mujer iraní ha estado en prisión, esperando a ser ejecutada, desde el año 2006. Esta madre de 43 años de edad ya ha sido azotada por tener una “relación ilícita” fuera del matrimonio.
Dado que sus apelaciones fueron rechazadas, esta mujer espera que la corte ejecute la sentencia: muerte a pedradas. Vale aclarar que las piedras a usar deben ser suficientemente grandes como para causar dolor al sentenciado, pero no tanto como para que muera inmediatamente.
Cuando se trata de castigar, la justicia en Irán es difícilmente imparcial y casi siempre rápida. Entonces, ¿por qué esta mujer ha estado esperando tanto tiempo? Simplemente porque ha habido una campaña internacional para evitar que sea apedreada.
Como ha dicho un representante del Reino Unido, apedrear es un “castigo medioeval”, y “de llevarse a cabo, disgustará y horrorizará al mundo que observa”.
Debo aclarar que nadie dice que no se aplique castigo, es sólo que el método de ejecución debe ser limpio y eficiente.
Así que ya sabemos lo que Irán desea hacer a una mujer sorprendida en adulterio. ¿Qué cree que haría Jesús? Juan 8 nos dice de la vez que maestros y fariseos llevaron a una mujer sorprendida en adulterio a donde Jesús para un veredicto. “¿Deberá ser apedreada?”, le preguntaron. Juan dice que Jesús los ignoró… al menos por un momento.
Finalmente, el Salvador les respondió: “Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. Ese día, conciencias culpables previnieron que alguien arrojara una piedra a la mujer. Pero, aparentemente, ese no es el caso en Irán.
La diferencia de actitudes se debe probablemente a la diferencia que existe entre Jesús, quien quiso llamar a todos al arrepentimiento para perdón y salvación, y el islam, que se siente obligado y propulsado a remover quirúrgicamente todo lo que no cumple con algún criterio subjetivo y sexista.
Una religión que perdona, y una que condena. Una religión que da esperanza y vida eterna, y una que siembra temor y fracaso.
Un Salvador que quiere verme a mí, y a todas las personas, con él en el cielo… un Salvador que ha hecho todo lo que es necesario para ganarnos la eternidad.
ORACIÓN: Jesús, te doy gracias por ser mi Salvador. Te pido por los que aún no te conocen, y especialmente por todas las personas que sufren persecución e injusticias. Protégelos y cuídalos. En tu nombre. Amén.
