Juan 11:11,16 Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy para despertarlo.» Tomás, a quien llamaban Dídimo, dijo a sus condiscípulos: «Vamos también nosotros, para que muramos con él.
Me encanta Tomás. Aquí está Jesús diciendo cosas incomprensibles acerca de que Lázaro está dormido—no, muerto—un momento: ¿qué quieres decir exactamente, Jesús? ¿Y por qué planeas volver a Judea, donde todos quieren matarte? Tomás no entiende nada y es tan sombrío como Igor (el burro pesimista de Winnie the Pooh) sobre las decisiones de Jesús, pero sigue siendo leal: "Vamos también nosotros, para que muramos con él".
Firme, sobrio, fiel. No es la peor actitud del mundo. Tomás continúa con Jesús. Y si gruñe en el camino, bueno, eso es humano, ¿no es cierto?
Mi fe es así la mayor parte del tiempo, y tal vez la tuya también lo sea. Mucho aguante, una determinación tenaz de seguir con Jesús, pero en realidad no mucha imaginación, no mucho entusiasmo y alegría. Solamente mucho de lo que alguien llamaría "cotidianeidad".
Pero eso está bien. Porque cada tanto Jesús nos asombra, como lo hizo con Tomás. Lázaro es resucitado de entre los muertos y un funeral se convierte en una fiesta. Jesús mismo se levanta de entre los muertos y lo primero que nos dice a nosotros, personas de poca fe, es: “Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente” (Juan 20:27).
Todos nosotros, incluso los más pesimistas, veremos un día a Jesús cara a cara. Pero hasta que tengamos esa alegría, tenemos su presencia con nosotros: su Espíritu Santo viviendo en nosotros que hace que nuestra fe diaria se transforme, día tras día, por su asombroso amor. Porque pertenecemos a Jesús, hay un lugar para nosotros a su lado, incluso para Tomás, serio y sin imaginación. Y también para ti, e incluso para mí.
ORACIÓN: Señor, mantenme fiel, incluso cuando no creo que pueda esperar nada bueno. Amén.
PREGUNTAS DE REFLEXIÓN:
¿Qué haces cuando estás con el ánimo por el suelo?
Cuando miras tu pasado, ¿ves algún momento en el cual Dios estuvo contigo sin que te dieras cuenta?