Marcos 2:17 Al oír esto, Jesús les dijo: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores.”
Muchos hemos prometido mejorar nuestra calidad de vida durante este nuevo año. Para ello hemos planeado nuevas dietas y establecido nuevas metas. Todo eso es maravilloso, pero también es importante volver a dedicar nuestra vida a Jesucristo.
Cuando nos enfrentamos con problemas difíciles en la vida, nos cuesta aceptar una respuesta sencilla porque estamos convencidos que las soluciones tienen que ser más complicadas. Por eso, muchos ignoran o rechazan la ayuda de Dios: porque creen que sus respuestas no son suficientes.
Sin embargo, Dios quiere que confiemos en él. Cuando así lo hacemos, vivimos contentos y satisfechos porque él siempre sabe lo que es mejor para nosotros. En la Biblia leemos cómo Dios interviene en la historia del mundo, y de cada uno de nosotros, para asegurarnos de su constante presencia.
Tenemos la plena confianza de que ya Jesucristo nos ha brindado su amistad incondicional por medio de su amor. Tenemos la seguridad de poder llegar a él, porque no tenemos que hacer esto o aquello para merecer su bondad; ya él hizo por nosotros lo que nunca, con nuestras propias fuerzas, podríamos lograr. Cristo nos asegura: ‘Te amaré pase lo que pase. Es posible que tropieces, te equivoques y caigas, pero siempre te amaré y te perdonaré.’
Desde luego, el diablo tratará este año de volvernos a infectar con su más moderno tipo de virus: el pecado. Pero tener a Jesús como nuestro médico y Salvador nos da paz para nuestra vida aquí en la tierra, y la seguridad de la vida perfecta en el cielo.
ORACIÓN: Santo Espíritu, ayúdame a confiar diariamente en Jesús, el médico y redentor de mi alma. Amén.