Filip 2:9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo
El Padre exaltó al Hijo como Dios-hombre.
Una pregunta que generalmente viene a la mente con respecto a la exaltación de Cristo, es ¿Cómo podría Jesús ser exaltado si ya es Dios? Encontramos la respuesta en la oración de Sumo Sacerdote que hizo Jesús en Juan 17, donde Él le pide al Padre que le restaure la gloria que tuvo con Él antes de la fundación del mundo (v5). La petición de Cristo muestra que Él se despojó de algo que el Padre le regresaría. Cristo se despojó de Su gloria en la encarnación. Más allá de la glorificación, en Su exaltación Cristo recibiría más de lo que tenía antes.
¿Cómo es esto posible? Dios lo tiene todo. Cristo no se volvió más Dios o más perfecto. Él ya era el Dios Altísimo, Rey de reyes y Señor de señores. Pero como Dios-hombre, un nuevo estado para Él, Él sufrió cosas y recibió cosas que no hubiera tenido si no se hubiera convertido en Dios-hombre.
Por ejemplo: nunca hubiera tenido el privilegio de ser el Sumo Sacerdote Intercesor por Su pueblo, si nunca hubiera sido tocado con los sentimientos de sus enfermedades, o siendo tentado en todo como ellos. Si no se hubiera convertido en Dios-hombre, Él nunca se habría podido convertir en nuestro sustituto al cargar nuestros pecados en Su propio cuerpo en la cruz. Como Dios, Él no podía ser elevado, pero como Dios-hombre, Él podía ser elevado de la degradación más baja al punto más alto de gloria. Así que en cierta forma, Él recibió del Padre privilegios que no tenía antes, privilegios que ganó debido a su encarnación.
En su ascensión, Cristo fue sentado a la diestra del Padre. Él fue elevado a esa posición como Dios-hombre, un estado que era Suyo sólo debido a Su encarnación. Por lo tanto entró a los derechos y privilegios no solo de Dios como Dios, sino de Dios como el Dios-hombre. Su exaltación no fue debido a su naturaleza o su lugar eterno dentro de la Trinidad, sino debido a Su nuevo personaje como Dios-hombre.
Por John MacArthur
