Efe 4:1 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados
Nosotros no escogimos a Dios, Él nos escogió a nosotros.
¿Cuál es “el llamado” con el cual fuimos llamados? Es simplemente la posición que tenemos ahora como cristianos. Pablo dijo a los cristianos de Corinto que eran “llamados a ser santos” (1Cor 1:2) Pedro instruyó a sus lectores para que estuvieran seguros del llamado de Dios y de haber sido escogidos (2 Ped 1:10) Nuestro llamado es un llamado supremo (Filip 3:14) “un llamado santo” (2 Tim 1:9) y un llamado celestial (Heb 3:1)
¿Quién nos llamó? Jesús tiene la respuesta: “Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió” (Juan 6:44) Jesús también dijo “no me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes” (15:16) Aquellos que Dios “predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó” (Rom 8:30) Dios nos llamó, respondimos en fe y Él nos salvó.
Supongamos que después de investigar todas las diferentes religiones del mundo, una persona escogiera el cristianismo. Si el cristianismo no fuera más que una simple opción personal para salvarse, esta persona tendría un cierto nivel de compromiso, es decir: “como he decidido hacerlo, vale la pena hacerlo” Pero si soy cristiano porque antes de que el mundo comenzara, el Dios soberano del universo me escogió para pasar la eternidad en Su presencia, eso crea un nivel mucho mayor de compromiso.
Si una mujer soltera se acercara a un soltero, le dijera que tiene características que ella admirara y le preguntara si estuviera interesado en casarse con ella, habría algo que falta en ese cortejo. Pero supongamos que él se acerca a esta mujer primero y le dice: “he ido de un extremo del mundo a otro y tu carácter y belleza sobrepasa a cualquier otra, ¿te casarías conmigo?” sabríamos que no hace falta nada.
Magnifica esa ilustración al considerar la perspectiva de Dios. No le pedimos a Dios si podíamos entrar en un acuerdo de salvación. De todas las personas del mundo, ¡Él nos escogió para recibir su misericordia! Ese es un llamado supremo, santo y celestial. Tal llamado demanda una respuesta de compromiso ¿o no?
Por John MacArthur