Mientras una familia huía de la guerra en Siria, encontró el amor de Dios en medio de las dificultades.
Emma Salosian, su esposo, Kivork Bedros y sus tres hijos son una de las familias favorecidas por el proyecto Centros de Esperanza de la organización humanitaria Puertas Abiertas.
“Queríamos huir a Tartus durante dos días hasta que pararan los ataques, pero un amigo nuestro nos aconsejó que fuéramos a Mashta Al Helou (…) Creo que Dios quería que cambiáramos el plan para encontrarlo aquí”, dijo Salosian.
Emma es peluquera y su esposo, mecánico. Aunque asistían a la iglesia todos los domingos, aún no habían tenido un encuentro íntimo con Dios.
La familia perdió su casa en un bombardeo, lo que obligó a Emma, a su esposo e hijos a pedir ayuda en un Centro de Esperanza, donde fueron recibidos.
“Cuando huimos de Alepo, le preguntaba a Dios: ¿Por qué me pasó esto a mí y a mi familia? Pero, mi actitud cambió en 2016, cuando recibí a Cristo como mi Salvador y entendí cómo transforma todo para el bien de quienes lo aman”, explica la mujer.
En todo el mundo existen más de 65 millones de personas desplazadas por las guerras y la persecución, incluyendo a más de 21 millones de refugiados, los cuales son, en su mayoría, niños.
Sin embargo, una de las principales dificultades que enfrentan los refugiados es el acceso a la educación, ya que, solo el 50% tiene acceso a la educación primaria.
Una de las organizaciones que se dedica a la educación de los niños es la Fundación Save the Children, la cual se encarga de la formación de los pequeños en Siria a través de un programa de ayuda.