Prov. 1:7 El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.
Adorar a Dios es reconocer Sus atributos divinos. Él no necesita que le digamos quién es. Necesitamos mantener nuestras mentes renovadas a la realidad de Su presencia. Observa cómo se menciona esto en 2 Cor 5:9-11 “Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres”
Dándonos cuenta de que Dios conoce los pensamientos y las intenciones del corazón, debemos estar motivados a vivir nuestras vidas para complacerlo. Algún día vamos a estar de pie frente a Él y daremos cuentas. El juicio del que Pablo está hablando en este pasaje no es para castigo, sino para recompensas. No tememos a Dios por la posibilidad de un castigo: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor” (1 Juan 4:18) Nosotros ya hemos sido juzgados en cuanto a dónde pasaremos la eternidad. Pero cómo pasaremos la eternidad depende de cómo respondemos a Dios en esta vida.
Personalmente no quiero cojear hacia el cielo y escucharle a Él decir: “bueno, está bien, adelante” yo quiero estar delante de Dios un día y escucharle decir: “bien hecho, buen siervo y fiel, entra en el gozo de tu Señor” esa es la motivación más grande en mi vida. De niño no temía las nalgadas de mi padre tanto como temía ser responsable ante él y enfrentar su decepción.
No estoy decepcionado con Dios y ciertamente no quiero que Él se decepcione de mí.
Por Neil Anderson
ORACIÓN
Señor, haz que la realidad de mi salvación eterna me motive a una obediencia en agradecimiento de todo corazón hoy, en el nombre de Jesús, amén.