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Devocional: No te desesperes en el proceso

Por: Mendoza Daniel
Devocional: No te desesperes en el proceso
Fecha: Viernes, 15 de junio del 2018 ID: 201700002031

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Juan 13:1-17 Jesús lava los pies de sus discípulos. Cuando Pedro protesta, el Señor le asegura que ese lavado es necesario, es parte de ser Su discípulo.

La única manera de ser transformada y conformada en una novia aceptable para el rey era someterse a los protocolos del palacio, incluyendo el del aceite.

Si quieres ver al Rey, tienes que estar limpio.

Nadie entra en una corte real sin bañarse o vistiendo ropa sucia. Hacerlo sería un insulto al rey. Ester pasó un año entero en tratamientos de limpieza y belleza preparándose para una noche con el Rey Jerjes. José de la cárcel fue convocado para interpretar los sueños del Faraón, pero antes de aparecer ante él, José se lavó y se cambió la ropa. Aún la convocatoria más urgente del faraón esperó hasta que José estuvo presentable.

De la misma manera, ninguno de nosotros puede entrar en la presencia del Rey de reyes sin estar preparado. El mal olor de nuestros pecados nos hace estar no presentables ante el Dios Santo. Esto es por qué necesitamos ser lavados con la sangre de Jesús y la unción del Espíritu Santo. Estos elementos quitan las manchas y el hedor de nuestros pecados. La olerosa ropa de nuestra antigua pecadora naturaleza es quitada y somos vestidos con vestiduras blancas de justicia de Cristo. Solo así estamos presentables para entrar en la presencia de Dios.

La limpieza debe ser antes de la unción. El aceite de la unción solo se mesclaría con la mugre si la mugre no se quita antes. Jesús lo aclaró a Sus discípulos (y a nosotros) con un ejemplo inolvidable. Después de la Última Cena, en la noche antes de que fuera crucificado, Jesús se amarró una toalla alrededor de su cintura, tomó un recipiente de agua y comenzó a lavar los pies de sus discípulos. El lavado de los pies era una tarea designada a los sirvientes de más baja estima. Pedro pensó que era inapropiado que su Señor hiciera un trabajo tan bajo. Pedro le dijo, “no lavarás mis pies, Jesús le contestó, si no lo hago, no tendrás parte conmigo”

Como Pedro aprendió, debemos dejar que Jesús nos lave y nos haga limpios o de otro modo no tendremos parte con Él. Jesús no nos lava con agua sino con su preciosa sangre. Después de ser lavados viene la unción  del Espíritu Santo. Este proceso toma tiempo, un periodo necesario de espera y preparación. Antes de que ascendiera, Jesús les dijo a sus discípulos que esperaran en Jerusalén hasta que fueran llenos del poder del cielo. ¿Qué hicieron mientras? Lo adoraron y regresaron a Jerusalén con gran gozo y estuvieron en el templo adorando y bendiciendo a Dios.

Ser lavados y ungidos son protocolos del palacio del Rey. La adoración nos permite sumergirnos en esa unción de aceite. Nos prepara para Su presencia. Alcanzar la presencia del Rey vale mucho la espera. ¡No te impacientes en el proceso!

Por Tommy Tenney

ORACION
Señor, gracias por lavarme de mi pecado y ungirme con tu Espíritu. Ayúdame a adorarte mientras me acerco a la intimidad de tu presencia.

Este artículo está bajo una licencia de Creative Commons.

Proverbios 22:4 (RVR 1960)

Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová.

Palabras Claves: Tommy Tenney Reflexiones No te desesperes en el proceso

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