¿Cómo cargas el fresco encuentro de Dios en tu vasija interna? ¿Cómo guarda el cuerpo de la iglesia el depósito divino de una experiencia de adoración a la siguiente? ¿Cómo te llevas esto a casa en la vida real?
Camina cuidadosamente y estate atento de cada movimiento Suyo en tu corazón. Ya sea que estés manejando tu auto, guiando la alabanza, predicando un sermón o bañando a tu bebé, si tú sientes que suavemente te toca en el hombro, entonces “deja lo que estás haciendo” y voltea a ver Su rostro.
Cuando Él invade tu espacio vacío de hambre, voltea a encontrarlo en tu espíritu. Responde a su llamado gentil como el joven llamado Samuel lo hizo, él respondió en medio del vacío y oscuro cuarto, “Habla, porque tu siervo escucha”
Todos nosotros pasamos por varias etapas en nuestras vidas, desde los primeros intentos de gatear, caminar, hablar, vestirnos nosotros solos, la primera vez que notamos al sexo opuesto, la primera vez que manejamos un auto. Casi sin excepción, nuestros primeros intentos en estas cosas son al tanteo y difíciles. A través del proceso natural de prueba y error, finalmente pasamos del estado de dificultad y algunas cosas se convierten en parte de nuestra naturaleza con el tiempo. Dios quiere que cada uno de nosotros vayamos por el pasaje de Samuel también, donde aprendemos a reconocer y a escuchar Su voz.
La primera vez tiende a venir de repente. Después de eso, puedes encontrarlo inesperadamente mientras tú lo “persigues” y buscas su rostro. Prepara un lugar de hambre, deseo, adoración y alabanza para él e invítalo a tu lado y a habitar contigo, ¿Qué deseas Señor? ¿Cómo te podemos bendecir y atender hoy Señor?
¿Alguna vez el Señor ha “invadido tu espacio vacío de hambre”? ¿Qué hiciste cuando sucedió la primera vez? ¿Manejaste las cosas de diferente manera la siguiente vez?
La siguiente etapa nos lleva más allá del mundo de la comunicación y dentro del reto de transportación y distribución. Jesús murió en la cruz para lograr más que salvar tu alma, Él quiere duplicarse a través de nosotros. Ninguno de nosotros puede comenzar a estar a la altura de Él individualmente, pero podemos hacer la obra de Cristo juntos como un cuerpo (de eso se trata la gran comisión)
Cuando Dios nos visita y deposita Su gloria manifiesta entre nosotros, Él espera que nosotros la cuidemos cuidadosamente y llevemos Su depósito en dos direcciones, que la regresemos en las reuniones de adoración para que nuestra capacidad de cargar sea incrementada aún más y que llevemos la luz de Su presencia a la oscuridad para hacer discípulos de los perdidos.
¿Estás dispuesto a “caminar cuidadosamente” para cargar y preservar Su depósito divino cuando vas a casa, regresas a tu trabajo, vas de compras o participas en una actividad fuera de la iglesia entre semana? ¿Crees que sea realmente necesario o las cosas espirituales deben ser reservadas para algunas horas que en realidad pasas en una iglesia cada semana? (A esto le llamo Dios en una religión de cajita)
¿Alguna vez has experimentado algo que fue tan maravilloso, extraordinario y delicioso que nunca querías que terminara? Dios también crea nuevos momentos que nunca queremos que se terminen cuando Él camina en medio de nuestro servicio de adoración, reunión de oración o tiempo privado de devocional y revela una chispa de Su gloria. ¿Cómo retienes algo tan espiritual y tan fugaz?
¿Alguna vez has experimentado un encuentro extraordinario con Dios que no quisieras que terminara? Descríbelo
¿Cómo te agarras a esos momentos?
En 1 Samuel 3:1-10 vemos a Samuel ir a través del proceso de reconocer la voz de Dios y distinguirla de la voz de Elí, su maestro espiritual y mentor.
1 El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia. 2 Y aconteció un día, que estando Elí acostado en su aposento, cuando sus ojos comenzaban a oscurecerse de modo que no podía ver, 3 Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios fuese apagada, 4 Jehová llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí.
5 Y corriendo luego a Elí, dijo: Heme aquí, ¿Para qué me llamaste? Y Elí le dijo: Yo no he llamado; vuelve y acuéstate. Y él se volvió y se acostó. 6 Y Jehová volvió a llamar otra vez a Samuel. Y levantándose Samuel, vino a Elí y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Y él dijo: Hijo mío, yo no he llamado; vuelve y acuéstate. 7 Y Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada.
8 Jehová, pues, llamó la tercera vez a Samuel. Y él se levantó y vino a Elí, y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Entonces entendió Elí que Jehová llamaba al joven. 9 Y dijo Elí a Samuel: Ve y acuéstate; y si te llamare, dirás: Habla, Jehová, porque tu siervo oye. Así se fue Samuel, y se acostó en su lugar. 10 Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye.
Por Tommy Tenney
ORACIÓN
Padre, estoy decidido a caminar cuidadosamente mientras llevo el depósito que has derramado sobre mi vida. Tu presencia es tan preciosa como para desperdiciarla o perderla por no saber manejarla. Espíritu Santo, ayúdame a escuchar tu suave y dulce voz y a sentir cuanto me tocas el hombro. Dame “oídos para oír y ojos para ver” lo que tienes para mí. Entonces enséñame cómo cargar el “café caliente” del cielo, el santo depósito de la presencia manifiesta de Dios, de gloria en gloria y dentro del mundo lastimado de los perdidos en el nombre de Jesús, amén.