Lucas 18:10-14 es la parábola del fariseo y el recaudador de impuestos orando en el templo. El fariseo se va sin cambiar, pero el recaudador de impuestos va a casa “justificado” porque se acercó a Dios con un corazón humilde.
A Dios no le gustan las divisiones
¿No es maravilloso que Dios no lleva Su reino como muchos de nosotros llevamos nuestras iglesias? De otro modo, muy pocos de nosotros podríamos entrar. Uno de los pecados más grandes de las iglesias a través de los tiempos es el poner restricciones hechas por hombres para los que pueden venir… restricciones que Dios nunca ordenó. Las iglesias se han dividido por asuntos raciales, étnicos, socio-económicos, de educación y cualquier otro asunto que se te ocurra.
A Dios no le gustan las divisiones, especialmente cuando ellas alejan a la gente de Él. Cuando Jesús murió, el velo del templo se desgarró de arriba abajo. Acceso abierto del hombre para Dios se había abierto. Por esto cuando hay avivamientos verdaderos, los muros hechos por hombres se vienen abajo para que cualquiera que quiera, pueda venir a beber de la fuente de vida.
En 1901 William Seymour, un predicador hambriento por las cosas del Espíritu quiso saber acerca del nuevo derramamiento pentecostés que estaba sucediendo en la escuela bíblica de Charles Perham. Como él era negro, no se le permitía la entrada al edificio. Así que se sentó en las escaleras de afuera y escuchó por una ventana. Y Dios lo tocó. Cinco años después William Seymour fue el instrumento que Dios usó para encender el avivamiento en la calle de Azuza. William Seymour, no recibido por hombres pero invitado por Dios.
El fariseo orgulloso de la parábola de Jesús sin lugar a dudas creyó que el recaudador de impuestos no tenía nada que hacer en el templo. Después de todo, la casa de Dios no era un lugar para ellos. Al contrario: Dios quiere su casa abierta para todo aquél que quiera entrar. Dios ha dicho “mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones”, para el fariseo, el recaudador de impuestos era un intruso, para Dios, él era un amado bienvenido hijo suyo, un pródigo regresando a casa.
Jesús dice que el fariseo se volvió a su casa igual que como llegó (sin ningún cambio). Estaba tan orgulloso de su vida que no había lugar para Dios. El fariseo, a pesar de su vasto conocimiento en las escrituras, nunca había aprendido el protocolo de la adoración. Así que nunca estuvo en la presencia de Dios.
El recaudador de impuestos, por otro lado, siguió el protocolo correcto de adoración. El entró con un espíritu de humildad y arrepentimiento. “Dios ten misericordia de mí, pecador” Esto le dio acceso al Rey. Jesús dijo que él se fue a casa “justificado”
No importa quién seas, el Rey te da la bienvenida. No importa dónde hayas estado o lo que hayas hecho, el Rey dice: “ven a mí”. No dejes que reglas falsas hechas por hombres te mantengan fuera de la “zona del trono” para que estés con el Rey. Practica los protocolos de humildad y adoración. Vas a descubrir que la puerta al trono del Rey siempre está abierta.
Por Tommy Tenney
ORACIÓN
Señor, gracias por recibirme en Tu casa, gracias por perdonar mis pecados y por cambiar mi vida. Perdóname por juzgar a otros con estándares humanos. Con la ayuda de tu Espíritu, voy a recibir a cualquier persona y les voy a ayudar a aprender los protocolos para tener acceso a tu trono.