Mateo 1:22-23 Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor dijo por medio del profeta: “Una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emanuel, que significa: “Dios está con nosotros.”
“¡Debes cumplir lo prometido!” ¿Quién no ha escuchado esas palabras, ya sea de compañeros de estudio o de sus propios hijos? A las promesas les damos mucho valor. “Veremos”, es una respuesta alentadora, pero “lo prometo”, no deja lugar a dudas.
Eso es exactamente lo que Dios hizo por nosotros: nos dio la esperanza de un Salvador y luego, como si eso fuera poco, nos dio su propia promesa. Su pueblo había estado aferrándose a esa promesa desde los días en que el profeta Isaías la había anunciado a un rey incrédulo.
Hacían bien en confiar en la promesa de Dios, pues sabían que el Señor es fiel y que, cuando él promete algo, lo cumple. Cuando promete bendecir, bendice, e incluso cuando promete algo humanamente imposible, también lo hace. Los israelitas lo experimentaron cuando Dios los rescató de la esclavitud en Egipto. Lo imposible se había hecho realidad.
Y aquí, con María y el niño Jesús, Dios otra vez está cumpliendo su promesa de hacer algo imposible. “Una virgen concebirá”, sí, lo hará a pesar de toda ley científica y experiencia humana que dice lo contrario. “Y dará a luz un hijo”, sí, a pesar de que María no tenía ningún cromosoma ‘Y’ para darle al niño Jesús. No importa. Dios se encargó de eso. Él tenía que cumplir una promesa.
¡Y la cumplió de una manera maravillosa! ¿Será que cuando María observaba a su hijo recién nacido, pensaba en las otras promesas que Dios habría de cumplir? “Le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21). “Y yo perdonaré su maldad, y no volveré a acordarme de su pecado” (Jeremías 31:34b). “Se levantará para guiarlos con el poder del Señor… Y él será nuestra paz” (Miqueas 5:4-5). “Porque así como el mar rebosa de agua, también la tierra rebosará con el conocimiento de la gloria del Señor” (Habacuc 2:14). Dios ha cumplido sus promesas en el pasado y las cumplirá en el futuro, hasta el fin del mundo.
ORACIÓN: Señor Dios, gracias por cumplir tus promesas. Ayúdame a confiar en aquéllas que aún habrás de cumplir. Amén.