Gál 6:1 Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.
Hoy, (en este momento) millones están viviendo sus vidas en vergüenza, temor e intimidación, los cuales deberían ser libres, personas productivas. La tragedia es que ellos piensan que así debe ser. Nunca han conocido la verdad que les puede poner en libertad. Ellos son víctimas, existiendo como si vivieran en pena de muerte en lugar de disfrutar la belleza y el aire fresco de la vida abundante que Cristo mostró e hizo posible para todos Sus seguidores.
Desafortunadamente, la mayoría no tiene idea de lo que se pierde.
Todo ese paquete, en una palabra es gracia. Eso es lo que está siendo agredido tan continuamente y tan violentamente. Aquellos que no están a gusto negándola han decidido debatirla.
Similar a los días de la Reforma Protestante, la gracia una vez más se ha convertido en un futbol teológico, pateado de un extremo del campo al otro, teólogos y predicadores, estudiantes y académicos discuten sobre los términos como entrenadores frustrados en lados opuestos tratando de ganar ventaba sobre los otros.
Es un debate clásico donde nadie gana, que trivializa la cuestión y deja a las masas que observan la pelea desde las gradas, confundidos, polarizados o lo peor de todo, aburridos.
La gracia se supone que fue hecha para ser recibida y vivida hasta el máximo, no diseccionada y analizada por aquellos que prefieren discutir que comer. ¡Ya es suficiente! Es tiempo de que la gracia sea despertada y soltada, no negada, es para ser disfrutada y dada libremente, no debatida.
La gracia recibida pero no expresada es gracia muerta. Pasar más tiempo debatiendo cómo es la gracia recibida o qué tanto compromiso es necesario para la salvación, sin meterse en lo que significa vivir por gracia y disfrutar la magnífica libertad que proporciona, rápidamente lleva a un argumento contraproducente. Se convierte en poco más que otra búsqueda tediosa y trivial donde la mayoría de la gente de Dios gasta días pensando y preguntándose “¿cómo la recibimos?” en lugar de mirar hacia adelante y declarar “la gracia es nuestra, vivámosla”
Negarla o debatirla… mi petición es que la reclamemos y le permitamos liberarnos. Cuando lo hagamos, la gracia se convertirá en lo que fue destinada a ser: ¡realmente increíble!
Cuando eso suceda, nuestro rostro cambiará por completo.
Por Charles Swindoll