En el año 177 d.C., la gente de Lyon, la capital de la Galia, hoy Francia, fue tras los cristianos de la ciudad. Había sido un momento difícil para la gente de la Galia del Sur, que había sufrido frecuentes incursiones enemigas y una plaga mortal. Para los paganos, la negativa de los cristianos a adorar a las deidades había despertado la furia de los dioses. Los prejuicios existentes desde hacía mucho tiempo se convirtieron en disturbios. Los residentes asaltaron a los cristianos y los arrastraron a la plaza pública.
Finalmente, los cristianos fueron condenados por no seguir las demandas de las autoridades. Algunos fueron ejecutados, mientras que otros, como Potino (87-177), el obispo de Lyon, murieron en prisión. A raíz de esta pesadilla, un joven llamado Ireneo, que probablemente estaba viajando, regresó a recoger los escombros. Como sucesor de Potino, se enfrentó a todas las preguntas: ¿cómo cuidar a las viudas y a los huérfanos, consolar el sufrimiento, alentar a los desertores, aliviar los temores y promover la unidad?
En este video, un resumen de la vida de Ireneo de Lyon (130-202).