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Devocional: Enemigos de la humildad - El juego de poder

Por: Mendoza Daniel
Devocional: Enemigos de la humildad - El juego de poder
Fecha: Sábado, 08 de diciembre del 2018 ID: 201700002451

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Mat 20:20-21 entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo. El le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.

El uso del juego de poder en nuestras relaciones personales es incompatible con la humildad escritural.

Una de las tácticas más comunes que la gente usa para salir adelante es recurrir a influencias de familiares y amigos. Aún creyentes no han dudado en “jugar a la política” para obtener lo que quieren. Conozco a un pastor que hace algunos años dijo que para su congreso anual denominacional siempre reservaba una habitación cerca de los dirigentes principales. Él quería cultivar sus amistades esperando recibir consideraciones para pastorados en iglesias más grandes.

Increíblemente, el pasaje de hoy tiene a dos de los discípulos más cercanos a Jesús, Jacobo y Juan viniendo con su madre a Jesús para pedir un enorme favor sin precedente: que cada uno de los hermanos se sentara junto a Él en Su reino. Fue aún más sorprendente que esta petición descarada, egoísta llegó justo después de que Cristo predijo su inminente persecución y muerte. Es como si Jacobo y Juan dejaran entrar las palabras de Jesús por un oído y les salieran por el otro. Eso es debido a que estaban tan preocupados con sus propios intereses y planes.

Los tres quizá estaban tratando de explotar su relación familiar con Jesús. Al comparar Juan 19:25 con pasajes paralelos, sabemos que la madre de los discípulos (Salomé) era hermana de María, la madre de Jesús. Eso hacía a Jacobo y a Juan sus primos cercanos y a su madre su tía.

Así que los tres indudablemente estaban confiando en su parentesco con Jesús al hacer su petición egoísta de gran poder y prestigio dentro de Su reino. Obviamente, todavía no habían entendido la promesa de Cristo de las bienaventuranzas: “bienaventurados los mansos porque ellos recibirán la tierra por heredad” (Mat 5:5) Pero tal sublime enseñanza debe ser suficiente para convencernos de que el verdaderamente humilde no necesita de juegos de poder para alcanzar grandeza. Ya la tiene en Cristo.

Por John MacArthur

Este artículo está bajo una licencia de Creative Commons.

2 Timoteo 2:24-26 (RVR 1960)

Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él.

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